Una incidental

Estoy comenzando a cansarme de los ataques personales que me hacen. De los anónimos cobardes que, incluso, a mi alrededor me dejan aquí. De los insultos a los demás lectores y opinantes. Sé que quieren reventar el blog porque no soportan que aquí todos tengan cabida. Quiero decirles a los anónimos cobardes que no lo van a lograr. No lo van a conseguir. A mucha gente no le conviene lo que se le aquí, en ambos lados del estrecho de la Florida. Son gente que vive en la miseria humana. Que no tienen ni siquiera habilidad para crear sus propios blogs y opinar, sino que van a los demás a tratar de destruirlos. Como hicieron en La Habana y como hacen en Miami. Me gustaría saber si realmente este blog es útil. Porque para lo que me pagan y el tiempo que me consume. Creo estar prestando un servicio publico, pero veo que no lo aprecian y hasta me insultan y me cuestionan. Total, para lo que me pagan...

Actualización: Me piden que no cierre las cajitas. Mi respuesta es que, de momento, no. Pero vale la pena precisar lo siguiente: el asunto es que siempre que yo escribo algo controversial al día siguiente los ultras de aquí y de allá me arman una bronca en el blog. Es obvio que se han puesto de acuerdo. En este caso, lo comentábamos ahora aquí en la redacción, fue la historia de las acreditaciones de los corresponsales extranjeros. Al no hablar de la palabra expulsión, sino cancelación de los visados, ni los ultras en Miami quedaron contentos, porque no fuimos extremistas (el periódico y yo) ni le agradó a los ultras de allá, que siempre quieren dar una imagen negativa del periódico. Aunque todo lo que se haya escrito sea la verdad. En esto caso tratamos de no agradar a ninguno de los dos lados, y por eso entran a matar. Como zánganos. Fascistas que son.