Exiliados cubanos en Miami navegan frente a la costa de su país para exigir democracia
Sin posibilidad de
entrar en su país por la prohibición de un Gobierno que los considera traidores
porque han retado sus designios, a los cubanos exiliados del Movimiento
Democracia no les queda otra que navegar 17 horas por el Estrecho de Florida
para ver la silueta de la isla.
Es lo que han hecho este
fin de semana unos 25 miembros del grupo, que se lanzaron al mar en dos
frágiles embarcaciones y enfrentaron las olas agrestes del Estrecho de Florida
para poder estar cerca de los suyos, aunque fuera durante una hora.
«Esperemos que venga el
día en que el cubano no tenga que salir a otras tierras para encontrar lo que
puede tener en la suya». Son palabras del líder del Movimiento, Ramón Saúl
Sánchez, momentos antes de tirar al mar flores en recuerdo de «las víctimas del
castrismo».
La Habana se ve a lo
lejos. En el Malecón desfilan en esos momentos varias carrozas de los
carnavales. Para ellos, Sánchez y sus amigos tienen un regalo singular: un
espectacular despliegue de fuegos artificiales -90 disparos a un coste de 2.000
dólares cada uno-. Durante hora y media los habaneros pudieron ver, a la
distancia, el colorido mensaje de sus compatriotas de la diáspora.
«Queremos decirles que
estamos aquí. Que hay razones para la esperanza. Vamos a tener un futuro mucho
mejor», explica a EL MUNDO Saún Sánchez. Desde hace 20 años organiza flotillas
como ésta hacia las costas de su país. Ya van tres en el último año. Tiene un
programa de radio diario donde aboga por métodos no violentos de lucha por la
democracia. Tiene siempre en la punta de la lengua una palabra de aliento para
los que se sienten desalentados con la larga duración del castrismo.
Sánchez, de 55 años, ha
pasado temporadas en la cárcel. El comienzo de su carrera política fue bastante
violento. De joven se adhirió a un grupo armado que se dedicó a atacar en
territorio estadounidense a diplomáticos cubanos y ciudadanos que se oponían a
un enfrentamiento con el Gobierno de la isla.
Pero al anochecer del
sábado, en pleno Estrecho de Florida, frente a las cosas de su patria, la
actitud del activista es bien distinta. «Paz, sólo la paz. La muerte de Payá
fue dura, por eso también vinimos acá», dice. No ha sido fácil llegar a la
frontera acuática de EEUU con Cuba. La Guerra Fría aún existe entre los
dos países y establecer con exactitud el punto donde la flotilla del Movimiento
Democracia debe detenerse es objeto de negociaciones de última hora.
Los activistas exilados
querían lanzar los fuegos artificiales en el llamado Punto Democracia,
frente a la costas del Malecón habanero. Pero el Gobierno cubano pretendía
empujarlos hacia el este, frente a una franja de la costa inhabitada. Las negociaciones
son tan duras que la salida de la flotilla se retrasa cuatro horas. Incluso
cuando el grupo zarpa todavía no se sabe con exactitud a dónde se dirige.
«Nosotros hablamos con el guardacostas, ellos se comunican con el Departamento
de Estado que, a su vez, está negociando con La Habana», explica Sánchez.
El problema es que las
dos partes desconfían de los activistas exiliados. El Movimiento Democracia
tiene un largo historial de flotillas en la frontera entre los países en alta
mar. En la década de los 90, el presidente Bill Clinton aprobó una ley dirigida
únicamente contra Sánchez y su gente. Es la Ley 87-89, que prohíbe a los
activistas dirigirse hacia aguas cubanas sin el permiso de los guardacostas.
Fue promulgada después de que el grupo se presentara un día en las aguas
limítrofes y el Gobierno cubano temiera que quisiera cruzarlas. «Como cubanos
libres, nosotros reclamamos el derecho a entrar a aguas de nuestro país. Pero
no queremos provocar un conflicto entre los dos países», explica Sánchez.
Finalmente, llega el
acuerdo. (Reproducción del documento al lado). Ya con la silueta de La Habana en el horizonte, la flotilla se dirige
al Punto Democracia: 23 grados y 22 minutos de latitud norte, 82 grados
y 22 minutos de la latitud oeste. A unos 20 kilómetros de la capital cubana.
Al llegar, con una
lancha guardafronteras cubana a unas cuatro millas, y vigilados por los
guardacostas estadounidense -que incluso movilizan dos aviones-, los activistas
comienzan a rezar y tiran flores al mar.
Son rosas amarillas,
acompañadas de gritos de «Viva Cuba libre» y «Libertad». Y comienzan los fuegos
artificiales. A una cadencia de un disparo por minuto, enormes bolas de luces
rojas, amarillas, azules y blancas iluminan la oscuridad de la noche sobre un
mar picado.
Los exiliados, con una
nostalgia que hiela a cualquiera, comienzan a identificar los puntos visibles
de la costa. Y, de repente, en medio de la noche, con una voz que sale diáfana
por la tristeza reprimida y el dolor a flor de piel, se escucha a Yamily
Bernal, la más joven del grupo: «Qué triste es tener que conformarse con quedar
afuera de la casa de uno». © El Mundo 2012
NOTA: Todas las fotos tienen mi ©Rui Ferreira. Incluyendo la reproduccion del documento manuscrito del patrón del barco 'Democracia', con las instrucciones de los Guardacostas, que gentilmente me lo cedió.
te has ganado la Medalla Estrella Rubio, quien fuera la primera boletera cubana en la pequeña habana.
ResponderEliminarEL HERMANO DE JUANITA