Por Norberto Fuentes
Unos versos de Bertolt
Brecht advirtieron hace años que las batallas contra la bajeza desfiguraban el
rostro. Esa suerte de mimetismo involuntario que establecemos con nuestros
peores enemigos viene a la mente porque un cubanoamericano del Partido
Demócrata acaba de ser elegido como representante del Congreso de los Estados
Unidos. Joe García se ha enfrentado durante tantos años a un grupo tan viciado
políticamente —los representantes republicanos de los distritos del sur de la
Florida, también de origen cubano— que puede dejarse llevar por la tentación
del contragolpe. La preocupación es que, por rechazo, se proponga atacar en la
misma dirección.
Joe ha obtenido el
escaño en un distrito originalmente diseñado por los republicanos para
perpetuar sus congresistas en el poder. De hecho, fue su tercer intento;
primero contra Mario Díaz-Balart (que luego se mudó para el distrito de su
hermano Lincoln, que abandonó la posición bajo unas oscuras circunstancias aún
hoy no disipadas) y dos años más tarde cuando quiso destronar a David Rivera,
un individuo considerado mayoritariamente como un corrupto de marca mayor (tres
investigaciones criminales por mal uso de fondos electorales, para comenzar la
fiesta), y siempre exhibiéndose ante las cámaras de la TV local con esa
sonrisita de tipo sabedor de que no le va a pasar nada con la justicia. Lo
cierto es que él y los hermanitos Díaz-Balart y la señora Ros-Lehtinen aparecen
entre los máximos responsables del chiste en que se ha convertido esta
comunidad. En este sentido, y en mi opinión, a Joe García se le presenta una
oportunidad de servir que es única y de un considerable valor político (por lo
inmediato) e histórico (por su efecto a largo plazo). El servicio inestimable
de abrir una brecha en el monopolio republicano, pero una brecha que sea
insuperable por todos los años por venir. ¿Todos? Sí, todos.
Tiene a su favor que la
mayoría del electorado de su distrito ya se le ha escapado al control de esos
viejos cubanos, muy reputados porque nunca han logrado derrotar a Fidel Castro,
ni siquiera ahora a Raúl, y que son la masa estática y monolítica que solo
encuentra abrigo y seguridad en el torrente embaucador del discurso de nuestros
congresistas cubanoamericanos y que, unidos como haz inextricable (es una
figura literaria, perdón), han convertido esta comunidad en una parodia de la
Cuba republicana. El revés de esta moneda existe, desde luego, y está
circulando. Aparece en el permanente cuestionamiento de Joe por la visión
política que ha madurado (y ya pudrió, por cierto) esta ciudad en el último
medio siglo y especialmente en el discurso de su presidente, de nuestro
presidente, Barack Obama, que nos ofrece el sueño americano, el de la
libertad y de la ilustración sin límites, pero no como un espejismo en el
desierto. Es la tierra prometida a la que nos conduce y es una tarea de rescate
moral del país. Y es una revolución silenciosa. Como las que quería Jefferson.
Una revolución para cada generación. En lo que a nosotros, los cubanos que
habitamos estas tierras, se refiere, el reto tiene que comenzar más atrás:
tenemos que empezar (y acabar) de definir nuestra identidad de inmigrantes.
(Agradezcan el atraso a estos líderes del Estado Mayor del restaurante
Versailles). No podemos seguir viviendo con un pie en Hialeah y el otro en
Marianao. Porque nos debilita, nos convierte en títeres de la voluntad, tanto
de los Castro en Cuba, como de los Díaz-Balart, las Ros-Lehtinen y los Rivera
en el sur de la Florida.
Sin olvidar que ese
retorcido (territorialmente hablando, valga la aclaración) distrito que ha
ganado tiene ciudadanos de muchas otras regiones del continente y cuyos
problemas no son la eliminación de la tarjeta blanca para poder salir de Cuba o
el estado de salud del ancianito Fidel Castro, el gran objetivo histórico que
se le presenta, quiéralo o no, a Joe García en los próximos meses, es doblegar el
terrorismo ideológico sistemático impuesto por el liderazgo republicano sobre
la conciencia del electorado cubanoamericano. Va a ser no solo una labor de
rescate, sino de liberación, y desde cero, de una comunidad laboriosa,
imaginativa y buena. Ellos, los líderes del cacareado exilio histórico, han
extendido el 31 de diciembre de 1958 —último día de Batista en Cuba— hasta el
presente. Es hora, Joe, de que alguien acabe de arrancar esa hoja del
almanaque. Y no estoy hablando de la libertad de Cuba. Semejante tarea escapa
de nuestras manos y posibilidades, aparte de que todo eso es ya un problema
resuelto por la práctica. Todo lo referente a la isla es un asunto de dinero;
no hay nada allí ahora que tú no puedas resolver con la prole de Raúl si vienes
con la plata por delante. De la libertad que estoy hablando es la de aquí. La
libertad nuestra. Aquí. A ambas riveras de la calle Ocho.
¿Saben lo peor de todo,
queridos cubanitos? Que estamos fuera del juego más importante que tiene lugar
en la política actual de Estados Unidos. Y las gracias, de nuevo, hay que
dárselas, en buena medida, a los congresistas cubanoamericanos. Por lo pronto
no somos partícipes de la gran empresa convocada por Obama. Los hispanos
jugando un papel preponderante en la política de Estados Unidos y los cubanos
convertidos de facto en una rémora de esa ambición. Por su poco apego y rechazo
natural a la libertad y a la democracia, nos han embarcado. Es totalmente
incompatible la idea del discurso de audacia y esperanza que hoy sacude a Estados
Unidos con la de un idiota cubano espachurrando con una aplanadora discos de un
cantante que se propone presentarse en La Habana o la de unos congresistas o
senadores (estoy hablando de ti ahora, Marco Rubio) que apoyan la permanencia
en el Congreso de un candidato que no se sabe ya cuántos cargos criminales más
va a acumular. La sociedad cubana del llamado exilio tiene que acabar de
ingresar a ese gran movimiento nacional americano para el cual Obama está
llamando. Con esta gente no lo vamos a lograr. Ellos no tienen regreso. Y nos
vamos a quedar a la saga —por su culpa. De nuevo por su culpa. Si ellos quieren
batirse contra Fidel Castro, que se consigan una lancha de desembarco (son muy
fáciles de conseguir entre los deshechos de guerra) o una chalupa y que se
vayan para allá y que no jeringuen más. Que dejen esta ciudad libre. Esta es
una ciudad sitiada pero desde adentro. Nuestro propio muro de Berlín.
Hora de que nuestro nuevo congresista Joe García se arremangue la camisa y
agarre la mandarria. Dale, Joe.
© Norberto Fuentes 2012 in Libreta de Apuntes
rui como me dizia uma cubana se não gostam de fidel porque é que não vão para a serra maestra e fazem o mesmo que ele fez.Muito bom artigo o de norberto fuentes literário.José saramago homenageado no porto a 24 de novembro casa da música dia do seu aniversário.
ResponderEliminarmuy bueno el artículo de norberto fuentes, pero de momento no veo que nada vaya a cambiar entre rivera y garcia en cuanto a política se refiere y especialmente con el tema de cuba.
ResponderEliminardesde el primer momento que veo a joe garcia acabado de elegir, diciendo que quiere trabajar (?) junto con ileana y mario en el congreso ya me salta la duda de que esto es más de lo mismo.
ileana, mario y marco van a tratar que la oficina del novato congresista esté situada, si pueden, en un servicio sanitario del capitolio.
la posición de joe garcia tiene que ser la del individuo que tiene el sarten cogido por el mango: yo soy un congresista que pertenezco al partido del presidente que está en la casa blanca, como lo ha hecho hasta ahora la pandilla cubana republicana de miami-dade en washington.
lo primero que dijo rivera tras su derrota fue que había que trabajar en los próximos 2 años para retornar ese asiento a los republicanos. y la pandilla no se va a quedar con los brazos cruzados porque ellos se empachan de tener la mayoria en la cámara. pero la casa blanca es demócrata.
joe garcia tiene que romper el bloqueo de la radio "cubana" lo cual no será fácil sobretodo en Radio Romney 710 AM.
en conclusión, que más que política o político, joe garcia deberá demostrar que tiene cojones y que será difícil sacarlo del congreso en el 2014.
EL HERMANO DE JUANITA
Bayamo-La bayamesa todas las revoluciones cubanas tuvieran lugar en el oriente cubano.José Marti un habanero de nascimiento ha echo la lucha por la independencia de cuba en guantanamo.En Santiago la guerra naval usa-espanã.En la habana golpes de estado de baptista etc...Cuando oigo decir o escribir por el exilio en miami conquistar cuba,tomar la habana.Bien la história cubana dice lo contrário,Varela,Cespedes,Marti,Castro.
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