Mayo 23 de 2001. Día
en que vi la primera luz en el túnel del analfabetismo de la computación.
Archívese en una
memoria o disco compacto. Esto ocurrió a las 4:32 de la tarde.
Doy fe: me siento
como el primer día en que fui a clase en mi vida…
Fidel Castro Ruz
Por Norberto Fuentes
Las líneas anteriores
aparecen en el sitio CUBADEBATE (21/02/13). Aparece en una de esas descargas
empalagosas que la compañera Katiuska Blanco produce sin miramientos y de
alguna manera convencida de que la línea de producción de alabanzas tiene
reservas inagotables. Pero como se trata de establecer una nimiedad como un
hecho histórico trascendente, y ya que estamos tan apegados al registro fiel de
los hechos, debo recordarle algo a Fidel. Y atiende, Katiuskita, para que
aprendas. Su primera clase de edición de textos en una computadora se la dio,
nada más y nada menos, que un premio Nobel de literatura, el mentado Gabriel
García Márquez. Esto ocurrió a las 6.30 PM (minutos más, minutos menos) del 1
de enero de 1987. Es decir, exactamente 14 años, 2 meses y 22 días antes de la
fecha que invocan. Ambos. Los testigos fueron: Armando Hart, ministro de
Cultura; Antonio Núñez Jiménez, fiel aide-de-camp de los primeros
tiempos de la Revolución; Joel Max Marambio, empresario cubano-chileno con
acceso VIP a la corte, y Norberto Fuentes, un servidor. Domingo Mainé, el jefe
de la escolta, se quedó recostado al dintel de la puerta, dispuesto como
siempre a ametrallarnos con su Stechkin APS (Avtomaticheskiy Pistolet
Stetchkina) de 20 tiros al más mínimo movimiento sospechoso —el premio
Nobel de literatura incluido, que en eso sí no había contemplaciones ni
titubeos. La sesión pedagógica de Gabo comenzó porque hubo una conversación
sobre computadoras y edición de textos en la sala de su casa, es decir, la
residencia que le asignó el gobierno cubano en perpetuidad y que había
pertenecido a Ramón Crusellas, el zar cubano de los dentífricos, jabones y
detergentes. (Una angustia recurrente me asaltaba cada vez que me presentaba en
esa casa: la de una marea de espuma rosada que me tragara vivo al abrirse la
puerta.) Las computadoras. Tal el tema favorito de Gabo y mío por aquella
época, en la que —según mi información— éramos los únicos dos escritores en
posesión de tales artilugios en La Habana, él con una Apple, y yo con una PC. Y
parece que estábamos cansando a Fidel con el asunto. Así que preguntó: “¿Qué es
eso de las computadoras, chico? Ya tengo curiosidad”. Por lo que Gabo lo invitó
rápidamente a ver su Apple Macintosh, que tenía en un oscuro despacho preparado
en lo que quizá haya sido un amplio closet para los abrigos de los visitantes
—¿abrigos en Cuba?— adjunto al recibidor, a la izquierda según se entraba en la
casa. Hacia allá fuimos los hombres. Las mujeres se quedaron en los mullidos
sofás de la sala, a saber, Mercedes Barcha, mujer de Gabo; Lupe Véliz, mujer de
Núñez Jiménez, y Carmen Balcells, todopoderosa agente literaria de Gabo. Gabo
prendió la Apple, que —desde luego— era de aquellos modelos iniciales con una
pantalla parecida a una claraboya y le cedió a Fidel la única silla que había
en el lugar y Fidel, con gesto expectante como si acabara de ocupar el sillín
de una nave Soyuz antes del conteo regresivo, preguntó que qué se hacía a
continuación. “Bueno, Fidel —dijo Gabo—, igualito que una máquina de escribir.
Tú escribe en ese teclado y en vez de salirte en una hoja de papel, lo que
escribas te sale en esta pantalla”. El cursor verde de la Apple blinqueaba,
aterrador, amenazante, sobre el fondo negro de la galaxia cibernética,
insondable y silenciosa, de la máquina de Gabo. Entonces Fidel sacó ese dedo
índice que se gasta, terminado en unas uñas cortadas en punta, y con la
delicadeza de una señorita acabada de hacerse la manicure, escribió por primera
vez en la historia de la humanidad —humanidad que es él mismo, me refiero— en
el teclado de una computadora. ¿Debo decir pulsó? ¿Qué pulsó cinco veces?
¿Sobre cinco teclas diferentes? Sus acompañantes, con la respiración contenida,
esperábamos como en posición de atención a sus espaldas. Gabo, de pie, a su
izquierda, hacía gala de una amorosa paciencia. Y la palabra apareció en
pantalla. Un sustantivo. Un nombre propio. Pero que inició en minúsculas porque
Gabo aún no le había explicado el arte de oprimir CAPS LOCK para levantar un
carácter a su categoría de mayúscula. Fidel Alejandro Castro Ruz se quedó
mirando, satisfecho, su primera obra en la esfera del universo digital. Y ya
ustedes saben lo que escribió.
f i d e l _
Y ahí el cursor se quedó
blinqueando después de la ele durante todo el rato de la contemplación, Vino,
en consecuencia, la pregunta. “¿Y ahora que pasa, Grabriel?” Y la
respuesta también lógica pero en tono extrañamente paternal de Gabo hacia
Fidel, no pedagógico, no de amigos, sino paternal. “Ahora, Fidel, eso tú lo
mandas para el impresor y así lo garantizas en papel. O lo guardas en la
memoria y después regresas y trabajas el texto”. Uno no entendía qué otra cosa
había que agregarle a aquel texto. Bueno, sí, ponerle la cabrona mayúscula.
Satisfecha la curiosidad del comandante, regresamos a la sala y seguimos
enfrascados en temas de mayor importancia para el desarrollo de la revolución
mundial. Pero no dejamos registro para la historia de aquella primera incursión
cibernética de Fidel. Me refiero a que no conservamos copia dura. Y me
perdonas, Kastiuska. Y usted, Comandante. Un poco ridículo eso, Fidel, de
“archívese en una memoria…” Es como si de verdad considerara que usted debe
moverse con un team de escribas —o notarios, póngase por caso— a su
alrededor, que levantan acuciosas actas de cuanta cosa se le ocurra en su
existencia. Porque a fuerza de ser justos, compañeros, ¡miren que uno quema
tiempo de su vida en boberías!
De este episodio hay
más, desde luego. Pero han de esperar hasta Peligros de la memoria.
© Norberto Fuentes 2013
conclusión: a fidel con o sin mayúsculas le roncan los cojones, y parodiando a eusebio mujal al referirse a su jefe fulgencio batista: "hay que mamársela y después hacer una gárgara con listerine"
ResponderEliminarEL HERMANO DE JUANITA
Genial a crónica de Norberto,Genial o comentário de H.J.-Genial Rui por ter colocado o texto no blog.
ResponderEliminarjulio, muito obrigado.
ResponderEliminarEL HERMANO DE JUANITA