martes, octubre 23

“Siete contra Tebas”. ¡Al fin!

Se estrenó en la capital cubana “Siete Contra Tebas”, no sé si la obra cumbre del dramaturgo Antón Arrufat pero, por lo menos, la que lo puso en el colimador de la teatrología regional. Ayer, según la agencia español EFE, Arrufat consideró que el estreno de su obra de teatro tras 40 años de censura supone un "acto de justicia'', y cree que en el país se están "limpiando errores'' de épocas pasadas. Lo confío y me alegra. “Los siete contra Tebas” está inspirada en la tragedia clásica de Esquilo y plantea el drama de dos hermanos que mantienen concepciones distintas, se enfrentan por el control de Tebas y terminan matándose. La obra, premiada en 1968, se estrenó el pasado fin de semana en un conocido teatro de La Habana tras ser denostada y censurada durante cuatro décadas por motivos que el propio Arrufat dice que "nunca'' ha "sabido bien''. "Se está como limpiando una serie de errores de una época para que no siga pasando, imagino que esto es útil y saludable para una sociedad'', indicó Arrufat. El escritor, Premio Nacional de Literatura en 2000, señaló que ha habido cambios tras el intenso debate por correo electrónico que mantuvieron a principios de año intelectuales de dentro y fuera de la isla, algunos de la talla de Mariela Castro, hija del presidente provisional, Raúl Castro, y Alfredo Guevara, fundador del Instituto de Cine cubano, sobre el denominado "quinquenio gris''. Con ese nombre se llama en Cuba al periodo de "cazas de brujas'' contra decenas de intelectuales y artistas por su homosexualidad, su supuesta falta de compromiso con la revolución o su "desviacionismo ideológico'', durante una de las etapas más negras que ha vivido la cultura cubana. "La vida tiene unas leyes secretas, no sabemos bien cuáles son pero después de todo aquel debate en los correos, todo lo del quinquenio gris, de pronto se estrena la obra que ellos condenaron, hay algo secreto ahí'', dijo. El estreno de "Los siete contra Tebas'', es, según Arrufat, "un acto de justicia, porque esta obra pudo dialogar en su momento con otras obras del teatro cubano''.

''No tuvo porqué ser prohibida ni censurada, podía haberse estrenado, tal vez hubiera producido una conmoción muy grande pero esas conmociones yo creo que pueden ser asimiladas por la sociedad'', apuntó el escritor, nacido en la ciudad oriental de Santiago de Cuba, en 1935. En ese sentido, destacó que "ahora produce una conmoción en el sentido de que vamos a ver una cosa que fue prohibida. En aquel momento era ver una obra de teatro. Ahora vemos una obra de teatro que fue prohibida. Se le agregó este componente que es muy atractivo para la gente pero que en fin no tenía porque habérsele agregado''. Arrufat reconoció que tenía "muchas expectativas'', ‘‘curiosidad'' e inquietud por ver la reacción del público a una obra que escribió "bajo circunstancias sociales cuyas valoraciones ahora ya no son las mismas'' y destacó que el público estuvo "muy receptivo y muy afectuoso'' con él. ''Me parece que esa obra pesaba sobre todo lo que he escrito como una sombra y que esa sombra se empieza a desvanecer y la obra puede ser juzgada ahora con mayor tranquilidad'', agregó. Indicó que en "Los siete contra Tebas'' trató de "hacer pensar a la gente'' con el debate entre los dos hermanos con dos concepciones que luchan entre sí y "al final hay como la conjugación de estas dos concepciones en una tercera''. ''La obra lo que plantea es que la justicia social es un hecho bastante difícil de llevar a cabo, un hecho doloroso que implica a mucha gente, que implica un rompimiento en la sociedad y que es necesario pero al mismo tiempo es doloroso'', dijo. ''Eso sigue ahí -continuó- y creo que sigue vigente como otras interpretaciones, pero la obra no se inclina ni por una cosa ni por lo otra, la obra quiere hacer pensar a los espectadores''. Arrufat consideró necesaria la rectificación de errores y subrayó que "toda sociedad vive renovándose y si no se renueva ese sistema social, cualquiera que este sea, lo mismo un sistema capitalista que socialista, perece''.

3 comentarios:

  1. Hay que tener cuidado con esto de los numeros

    Ya mismo nos meten

    LOS 5 INOCENES CONTRA BUSH

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  2. Arrufat debe estarse muriendo cuando despues de 40 an~os le permiten exhibir la obra esta.

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  3. A regañadientes, pero hay que quitarse el sombrero con la brillantemente ladina estrategia de estrenar ahora "Los siete contra Tebas", idea quizás engendrada en la cabeza de Abel Prieto o aprobada calurosamente por él (el director de la obra, Alberto Sarraín, exiliado arrepentido con juicio pendiente por fraude de dinero en Miami, le dio las gracias al Ministro de Cultura por "haberles dejado" --no son sus palabras exactas, pero sí la intención-- hacer la puesta). Si alguien se lo propuso hace meses, se lo pusieron en bandeja de plata. Una pieza que nunca tuvo impacto teatral y que pasará a la historia solo por el escándalo que provocó, el texto de "Los siete" suena ahora a resabido, flojo, provinciano y demodé. La fecha de vencimiento de este jarabe pasó ya hace tiempo, y no hace, ni teatral ni ideológicamente, ni fu ni fa. Pero el hecho de estrenarla precisamente en el momento en que el gobierno cubano está haciendo lo imposible por dar una (falsa) impresión de novedad y de adiós (o más bien, "hasta luego") al pasado para revalidar a toda costa y en cuanto antes a Raúl Castro, es un golpe de efecto maestro en el que se matan varios pájaros de un tiro, uno de ellos Arrufat (no pun intended) y muchos de los intelectuales exprotestones de su trágica (por lo deshuevada) generación. Este estreno, al tiempo que compra su silencio pasado (ya él dice que "no sabe por qué la prohibieron") y su anuencia y colaboración presente y futura, es un buen tapaboca para quienes justamente dudan del cambio y el renovado espíritu de crítica en la nomenclatura cultural cubana, supuesto preludio o ejemplo de la renovación que nunca se dará en otros sectores (y claro, tampoco en el de la cultura). Cuba es uno de los países del mundo donde sus intelectuales están (y han estado) más desligados de los verdaderos intereses del pueblo. Éste es un ejemplo trágico. Arrufat --personaje ahora digno de una novela sobre cómo la maquinaria del destino y la política hace polvo moral del pensador a medias--, estoy seguro, nunca imaginó en sus lejanos días felices e intrascendentes en Guanabo con Virgilio Piñera que sería algún día la encarnación y el cartel propagandístico de una adquisición maldita, del triunfo de la fuerza y el mal sobre las ideas y la compasión humana.

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