Contramiami

Dice Zoe Valdés que Miami es la ciudad más vilipendiada del mundo y saca la cara por ella en una novela costumbrista y medio folclórica que titula Milagro en Miami. Zoe afirma que el mundo es sumamente injusto con Miami, pero ella no se muda para acá. Desde París le pasa el ojo distante a una ciudad donde se le insulta día a día, como si la hubieran declarado enemigo número uno de los miamenses.

Y no sólo a ella le ocurren incidentes ridículos en los restaurantes de Miami, en los que la sirven mal o simplemente la ignoran cuando se sienta a una mesa. También se lo hacían a Guillermo Cabrera Infante y se lo hacen a Lichy Diego cuando nos visita, y esa mala leche se derrama sobre cualquiera con un pasado políticamente incorrecto, que disienta de la línea matriz de un grupo de personas que pretenden hablar en nombre de toda la comunidad, o simplemente quiera permanecer al margen de los acontecimientos. Aquí se ha reproducido el ambiente de intolerancia que caracteriza a la sociedad cubana, sin que se tome en cuenta que esto es Estados Unidos, aunque tengamos las barrigas llenas de frijoles negros. Pero, gracias a Dios, la nueva composición étnica de Miami ha cambiado y su consecuencia más inmediata es el nuevo balance de fuerzas políticas. El siglo xxi, para Miami, empieza en Noviembre.

Evolución de una ciudad

Esta fue siempre la antesala de todos los cementerios del país. Al abrigo de su clima cálido y con el mar dándole júbilo a sus ojos, los ancianos norteamericanos interrumpían su retiro sólo para cumplir con ese acto gerontológico final para el que habían ahorrado dinero e ilusiones a lo largo de sus vidas. En Miami, el mejor negocio no eran los cementerios, sino las funerarias porque en ellas se empacaban los cadáveres antes de que partieran de regreso al Norte para que los enterraran allá, con acompañamiento familiar y nieves perpetuas. Por entonces, aquí se vivía en paz.

Sin embargo, las convulsiones políticas en Cuba arrojaban sobre Miami a grupos de exiliados en busca de amparo que unos meses después partían de regreso gracias a una amnistía o un cambio de gobierno. Era una población de tránsito que no cambiaba la imagen de la ciudad. Así fue desde los tiempos de España cuando Julia Tuttle soñaba con un paraíso posible y Henry Flager dudaba en invertir buena parte de su fortuna en la extensión de su ferrocarril hacia un sitio que los mosquitos hacían invivible.

Es el triunfo de la Revolución el que echa a los cubanos sobre Miami en marejadas periódicas que exceden los límites urbanos al punto que la ciudad se debe ampliar aprisa y sin cuidado más allá del litoral, robándole espacio a los Everglades. Arriban con lo puesto y como tienen necesidad de todo lo compran en tiendas establecidas por sus compatriotas para que el dinero fluya entre ellos por intermedio de bancos propios. El negocio de las drogas hace parte en esta explosión de prosperidad pero no al extremo de alcanzar la magnitud de su leyenda. Lo cierto es una gran voluntad de progreso y trabajo intenso de las mayorías.

Por otro lado, hay una sólida actividad económica alrededor de los grupos que le hacen la guerra a Fidel Castro. El gobierno norteamericano los apoya con sueldos y dinero para gastos, y cuando las aguas se tranquilizan los contrata para hacer trabajos de asesoramiento represivo en América Latina, África y Asia. Los cubanos son inteligentes, audaces y disciplinados, y si la tarea tiene que ver con aliados del fidelismo su dedicación está asegurada.

Hubo una época en que este alineamiento parecía adecuado, partiendo del principio que convierte en mis enemigos a los amigos de mi enemigo. Vivíamos la Guerra Fría y la contienda geopolítica se libraba a base de escaramuzas sangrientas. Sin embargo, muchos de los guerrilleros supervivientes de entonces ocupan hoy posiciones ejecutivas en los gobiernos de sus países y, aunque la moderación actual de sus actos los hace potables, no se les puede pedir amor por Miami, desde donde salían los asesores de la contrainsurgencia a dar lecciones de cómo sacarles información a la fuerza o desaparecerlos del mapa. Miami tiene mala fama.

Es hora para realidades

Miami no es ya un asunto exclusivo de los cubanos. El vacío dejado por la comunidad anglo en su repliegue hacia otras regiones ha sido ocupado por una inmigración procedente de Colombia y Venezuela cuya característica principal es el alto nivel de sus conocimientos y el grosor de sus monederos. Por añadidura, hay una franja inmigratoria constituida por ejecutivos mexicanos cuya capacidad económica resulta significativa. No son los trabajadores del campo, iletrados y pobres, sino un grupo con poder adquisitivo que se hace notar en términos de objetivo publicitario. Viven en condominios de lujo, vuelan sus propios jets privados y militan en el Partido Demócrata.

Esta reestructuración demográfica del electorado local, sumada al desencanto generado por las políticas del Partido Republicano entre los exiliados cubanos, no cabe duda que se hará sentir. El tema del embargo será el eje central del conflicto junto con los viajes a Cuba y las remesas familiares. La contienda va a estar plagada por un lenguaje rudo y los golpes bajos van a estar a la orden del día, pero aquí ocurrirá como en todo Estados Unidos: Habrán cambios de caras y filosofía. Y ese será el verdadero Milagro en Miami.

Jorge Daubar
Miami
jorgedaubar@yahoo.com