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sábado, abril 23
sábado, abril 9
El poder en Cuba prepara un heredero, tras bastidores
Alejandro Castro Espín, hijo mayor del gobernante Raúl Castro, encabeza una estratégica organización identificada como Comisión de Seguridad Nacional en la que los mandos militares del Ministerio del Interior y las Fuerzas Armadas fueron unificados.
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Alejandro Castro Espín, junto a su padre, el dictador Raúl Castro, llevó la voz cantante en las negociaciones que se mantuvieron entre Cuba y EEUU. (ILUSTRACIÓN)
RUI FERREIRA
Enviado especial
@ruiefe
Enviado especial
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LA HABANA - En el momento en que Ben Rhodes y Ricardo Zúñiga se presentaron en las conversaciones secretas que Estados Unidos mantuvo con Cuba, para normalizar las relaciones el año 2014, delante de los dos hombres enviados por Barack Obama se encontraba uno solo que concentraba todos los poderes de los representantes de Washington: Alejandro Castro Espín.
Los tres hombres trabajan en el mismo ámbito, en las presidencias de sus respectivos países. Se dedican a asesorar a los mandatarios en materia de Seguridad Nacional. Pero Castro Espín nunca apareció vinculado a las negociaciones hasta que en diciembre pasado, en Panamá, se le vio sentado en tercer lugar en la disposición protocolaria durante la reunión desarrollada entre el presidente Obama y el gobernante Raúl Castro.
La ubicación de Castro Espín durante ese encuentro, situado frente a frente con Ben Rhodes, sugirió la sospecha de que el hijo mayor del mandatario cubano era mucho más importante en todo el proceso de lo que inicialmente habían creído.
La confirmación se produjo durante la reciente visita de Obama a la isla. DIARIO LAS AMÉRICAS lo consultó con tres fuentes, dos gubernamentales y un periodista conocedor de algunas interioridades del proceso. Según las fuentes, efectivamente Castro Espín, junto a su padre, llevó la voz cantante en las negociaciones que se mantuvieron totalmente al margen de los mecanismos diplomáticos tradicionales de ambos países, y se descubrió que el primogénito del mandatario de la isla encabeza o preside una hasta ahora poco conocida ‘Comisión de Seguridad Nacional’.
Pero Castro Espín tiene realmente muchos más poderes e influencias que Rhodes o Zúñiga, ya que siendo coronel del Ministerio del Interior (MININT) coordina la contrainteligencia tanto del MININT como de las Fuerzas Armadas, unificación de mando que comenzó hace unos 15 años, a partir de informes ofrecidos por fuentes consultadas.
Muchos lo miran como un verdadero poder detrás “del trono” y otros, como un intento de promoverlo como eventual sucesor de su padre. Pero lo cierto es que tras conversar con al menos 10 personas en La Habana, no ha surgido ningún indicio de que así sea. Sino que Castro Espín es un muy importante auxiliar de su padre que deposita en él entera confianza.
Es además, autor de un libro sobre Estados Unidos, (‘El precio del Poder’) bastante crítico de la política de Washington hacia su país, pero también un hombre que ‘sabe escuchar’ y ‘no le tema a las diferencias’, en opinión de una fuente diplomática entrevistada. “No creo que Alejandro vaya a suceder a su padre. Nosotros no funcionamos en términos de dinastías, no tiene que ver con los cubanos y el Gobierno lo sabe. No somos Corea del Norte. El Gobierno parece más interesado en garantizar la continuidad de la revolución que en el hombre que realmente le suceda”, explicó un periodista cubano que pidió no ser identificado. El actual sucesor nombrado de Castro es Miguel Díaz Canel, el vicepresidente primero del país, que pudiera asumir la primera magistratura el año 2018 cuando se diera una profunda modelación en los cuadros políticos, como adelantó hace unos años el propio mandatario cubano, al anunciar su disposición a no buscar una consecución en el puesto.
Castro Espín, de 49 años, es hijo de Raúl Castro y Vilma Espín, fallecida, que fundó la Federación de Mujeres Cubanas y fue combatiente del movimiento insurreccional en la Sierra Maestra, considerada heroína de la revolución cubana.
En su desempeño militar estuvo involucrado en la guerra de Angola, un conflicto bélico que duró 16 años (1975-1991) al que el régimen de La Habana envió a sus militares jóvenes y reclutas del servicio militar obligatorio y donde murieron 2.700 cubanos. En esa guerra Castro Espín sufrió un accidente que le llevó a la pérdida de un ojo, y según fuentes habaneras siempre estuvo muy próximo a su padre aunque era el hijo preferido de la madre. Sus hermanas, Mariela y Deborah no tienen puestos de destaque, aunque la primera se encuentra al frente de una ‘revolución sexual’ en la isla al abogar públicamente por los derechos de los homosexuales desde sus oficinas en el Centro Nacional de Educación Sexual.
Cuando en mayo pasado, el mandatario cubano visitó al papa Francisco en el Vaticano, su hijo Alejandro estaba al lado. El 17 de diciembre del 2014, le tocó a Castro Espín recibir en el aeropuerto de La Habana a tres cubanos liberados, que fueron condenados en EEUU bajo cargos de espionaje y formaban parte de la desintegrada red Avispa.
Pero fue en la Cumbre de las Américas de Panamá, en junio, cuando su figura se tornó más relevante a los ojos de los observadores. Él nunca se separó de su padre durante el primer apretón de manos entre Castro y Obama, en presencia de muchos dignatarios de la región, y más tarde en la reunión a solas, se sentó inmediatamente al lado del ministro de Exteriores, Bruno Rodríguez, frente al asesor nacional de Seguridad estadounidense, Ben Rhodes, a todas luces, su homólogo.
Versión original de una nota publicada en Diario Las Américas el 4.09.2016
©Rui Ferreira 2016
lunes, marzo 21
“¿Qué bolá Cuba?": Obama está decidido a cambiar la historia
Para Obama el viaje es la esencia de su legado diplomático, también una forma de aproximarse a los demás países latinoamericanos que suelen seguir el faro de La Habana. Algunos creen que es una novedad de los últimos dos años.
MIAMI.-RUI FERREIRA
Especial
@ruiefe
Especial
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Bajo un pertinaz aguacero, el presidente estadounidense Barack Obama desembarcó en La Habana en un viaje histórico llamado a consolidar el deshielo iniciado entre los dos países a fines del año 2014. Es la primera visita de un mandatario del poderoso vecino del Norte desde que en 1928 el entonces presidente Calvin Coolidge ingresó a la rada habanera a bordo de un acorazado.
“¿Qué bolá Cuba? Acabo de aterrizar aquí, y deseoso de encontrarme y escuchar directamente al pueblo cubano”, fueron las primeras palabras del mandatario expresadas a través de su cuenta en Twitter.
El avión presidencial, Air Force One, tocó tierra en el Aeropuerto Internacional José Martí a las 4:19 de la tarde, donde Obama fue recibido por el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez; la directora del Departamento de América del Norte de la cancillería, Josefina Vidal, y los jefes de las misiones diplomáticas de los dos países, Jeffrey DeLaurentis y José Ramón Cabañas.
El gobernante Raúl Castro no estuvo presente en el recibimiento, un gesto que según fuentes en la capital cubana, pretende enviar un mensaje de que aunque la visita es importante las relaciones todavía no están totalmente normalizadas. La Habana sigue reclamando el fin del embargo económico y la devolución de la Base Naval de Guantánamo.
Obama, acompañado de la primera dama Michelle Obama sus dos hijas y la suegra, descendió del aparato cubriéndose con un paraguas, saludó al pequeño comité de recepción y abordó la limusina presidencial, también conocida como “la bestia”. Mientras esto ocurría, por la parte trasera del Air Force One desembarcó el resto de la delegación estadounidense, con el secretario de Estado John Kerry, la líder demócrata de la Cámara, Nancy Pelosi, la asesora presidencial Valerie Jarret y un grupo de congresistas y senadores de ambos partidos.
Enseguida la comitiva presidencial, compuesta por 28 camionetas, siete de las cuales blindadas, puso rumbo al Hotel Meliá, en el Malecón Habanero donde Obama tuvo oportunidad de saludar al personal diplomático allí presente. Tras los saludos, el mandatario realizó una breve visita a La Habana Vieja, bajo la conducción del historiador de la ciudad, Eusebio Leal, y se detuvo en la Catedral de La Habana a saludar al cardenal Jaime Ortega y Alamino, uno de los artífices del deshielo entre los dos países.
Al reunirse con el personal diplomático, Obama pronunció un breve discurso. “En 1928 el presidente Coolidge vino en un acorazado y tardó tres días. A mí me tomó apenas tres horas”, dijo el mandatario. “Tener una embajada de EEUU significa que vamos a poder impulsar mejor nuestros valores, nuestro intereses y entender mejor las preocupaciones del pueblo cubano. Esta es una visita histórica y una oportunidad histórica”, enfatizó.
Obama, quien permanecerá en la isla hasta el martes por la tarde, desembarcó en La Habana con una idea muy precisa: acabar de una vez por todas con la animosidad entre los dos gobiernos y extender un puente de plata a su viejo adversario sin obviar las diferencias políticas y críticas a la sociedad socialista cubana, como las violaciones de derechos humanos.
De hecho esa ha sido una de las condiciones desde que en diciembre el mandatario manifestó sus intenciones de viajar a la isla. “Voy con el presupuesto de que puedo hablar con quien quiera”, dijo en ese entonces.
Para Obama el viaje es la esencia de su legado diplomático, también una forma de aproximarse a los demás países latinoamericanos que suele seguir el faro de La Habana. Algunos creen que es una novedad de los últimos dos años pero lo cierto es que cuando de su visita a Miami el año 2008, siendo aún un candidato a la presidencia, el mandatario se comprometió a resolver este último conflicto de la Guerra Fría.
El viaje presidencial también es una forma de resaltar los nuevos tiempos y, a la vez, hacer ver que la nueva dinámica bilateral es irreversible.
Su plan es ampliar la influencia de Washington en la isla, llegar directamente al pueblo cubano y participar en el desarrollo de la sociedad empresarial privada, aún bastante angosta. “Cuanto más los empresarios estadounidenses se compenetren allí, cuanta más gente viaje allí y los cubanoamericanos pueden comunicarse ampliamente con sus familiares, que en algunos casos no se han visto en décadas, más fácilmente vamos a ver los cambios que todos aspiramos”, indicó Obama recientemente la cadena CNN en español.
Horas antes de la llegada, un grupo de manifestantes progubernamentales cercó a unas 50 integrantes de una de las facciones de las Damas de Blanco y otros opositores en las inmediaciones de la Iglesia de Santa Rita, en Miramar. Los opositores fueron arrestados y liberados horas después. De todos modos, antes del incidente, la líder de las Damas de Blanco, Berta Soler, declaró a la agencia española EFE, que la agrupación desea que Obama “dé un mensaje bien claro de apoyo al pueblo de Cuba, dado que siempre los Estados Unidos han querido el bien y la democracia en la isla”.
También, “queremos que le exija al Gobierno cubano la libertad inmediata para todos los presos políticos, una amnistía general y que cese la violencia policial”, enfatizó Soler, quien agregó que piensa explicarle al mandatario que su visita no cambiará “para nada” la situación de derechos humanos en la isla.
Publicado el 3.21.2016 en Diario Las Americas.
©Rui Ferreira 2016
domingo, marzo 20
Obama aterriza en La Habana
El mandatario fue recibido en la escalerilla del aeropuerto por el ministro de Exteriores, Bruno Rodríguez, Josefina Vidal, la directora de EEUU de la cancillería local, el encargado de negocios de EEUU en La Habana, Jeffrey DeLaurentis y el embajador cubano en Washington, José Ramón Cabañas.
Obama toca suelo cubano con el pie izquierdo. Y Michelle con el derecho.
sábado, marzo 19
Esperando a Obama en La Habana con los brazos abiertos
El mandatario estadounidense asegura que apostará por empoderar al pueblo cubano para que salga adelante y logre redefinir el futuro del país tras 57 años de absolutismo.
RUI FERREIRA
Especial
@ruiefe
Especial
@ruiefe
Obama tenía planeado llegar a La Habana el lunes, pero adelantó el viaje para el domingo y resulta que este domingo no es un domingo cualquiera. Será Domingo de Ramos, el inicio de la Semana Santa, y no es por gusto que hay en La Habana quien piense que no es casualidad que del aeropuerto el Presidente vaya directo a la catedral de la capital cubana.
“Mucha gente piensa que es Jesús entrando en Jerusalén, que va a resolver todos los problemas de Cuba”, dice a DIARIO LAS AMÉRICAS, Enrique López Oliva, profesor de Historia de las Religiones de la Universidad de La Habana.
Coincidencias aparte, este es un viaje lleno de expectativas que solamente superan, quizá, el que en los tiempos de la Perestroika soviética realizó el expresidente Mijaíl Gorbachov como portador de profundas diferencias con el Gobierno de la isla.
Obama arriba tras un sorpresivo y rápido proceso de deshielo, teniendo en cuenta la tensión existente entre los dos países durante 54 años, que condujo a la reanudación de las relaciones diplomáticas a nivel de embajador y ha iniciado un proceso de normalización el cual, entre otras cosas, llevó al anuncio la semana pasada del levantamiento de más restricciones económicas y la liberalización de los viajes a la isla para los ciudadanos estadounidenses. Muchos analistas estiman que todo esto deja al embargo económico de Washington a la isla prácticamente encuero.
Tan pronto el Air Force One aterrice en el aeropuerto José Martí a las cinco de la tarde, Obama se dirigirá directamente a la Catedral de La Habana a saludar al cardenal Jaime Ortega y Alamino, arzobispo de la Arquidiócesis de La Habana, quien, según el asesor de seguridad nacional, Ben Rhodes, jugó un papel de mediador entre los dos gobiernos, durante las negociaciones secretas del año 2014.
“También queremos aprovechar la oportunidad para dejar claro el rol importante que la Iglesia católica tiene en la vida del pueblo cubano y en fortalecimiento de las relaciones entre los dos países”, dijo Rhodes, el miércoles pasado.
De hecho, el viaje pretende llegar a todos los estamentos de la sociedad cubana, no solo al Gobierno. Dedicado el lunes a las actividades protocolarias y conversaciones entre ambos gobiernos, el martes es el día clave en que el mandatario estadounidense intentará intercambiar con la sociedad civil cubana, o sea, hablará con la oposición al Gobierno, a donde han sido invitados rostros conocidos como la líder de las Damas de Blanco, Berta Soler, la bloguera Yoanis Sánchez, y el social demócrata Manuel Cuesta Morua, entre otros.
Como el Gobierno cubano entiende desde hace muchos años como ‘sociedad civil’ a las organizaciones no gubernamentales que gravitan a su alrededor, el mandatario también se reunirá con ellas. Es una forma que Obama tendrá de ver “una nación enfrascada en su desarrollo económico y social, en el mejoramiento del bienestar y la garantía de la completa dignidad de sus ciudadanos”, comentó el ministro cubano de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla.
Sin embargo, el momento político cumbre de la visita es el discurso al país el martes por la mañana. El Gobierno cubano ha dispuesto el Gran Teatro de La Habana para la ocasión, reinaugurado en enero, y asegurado su transmisión en la televisión estatal. Así, “cada uno se hará su opinión”, explicó Rodríguez Parrilla.
En el discurso, al cual las autoridades cubanas no han tenido acceso previo, según informan las autoridades estadounidenses, se espera que el mandatario estadounidense ofrezca su visión sobre los desencuentros entre los dos países, desde mediados del siglo pasado, y lo que espera del futuro.
“Será un discurso dirigido al pueblo cubano. Y tengamos en cuenta que cuando se dice esto, se incluye a los cubanos que viven en la isla pero también la comunidad cubanoamericana”, o sea, el exilio cubano, enfatizó Rhodes.
El viaje de Obama a Cuba es el primero de un mandatario estadounidense en casi 90 años, cuando el presidente Calvin Coolidge se apareció a bordo de un acorazado en la bahía habanera para acudir a la Conferencia Panamericana y saludar a su homólogo Gerardo Machado. Y, por supuesto, tiene una transcendencia mayor. Es una oportunidad inédita en más de 50 años de “identificar nuevos pasos que pudieran darse (…) como contribución al proceso de mejoría de las relaciones bilaterales”, dijo el canciller cubano el jueves.
Deseos, obstáculos y perspectivas
Cuando el 17 de diciembre de 2014 el presidente Barack Obama anunció el inicio del deshielo, dejó sentado que el principal interés de Estados Unidos, en términos de sociedad cubana, era llegar y desarrollar al incipiente sector privado.
Y Obama reafirmó, en una carta que envió a las Damas de Blanco la semana pasada, "entiendo a cabalidad los obstáculos que los cubanos de a pie confrontan para ejercer sus derechos" y "tal y como he hecho en el pasado, abordaré directamente estos temas con el presidente Castro".
Este lunes, el mandatario tendrá la oportunidad de conversar con decenas de nuevos empresarios cubanos que han creado sus propios negocios, desarrollado cooperativas o servicios públicos, para abordar las posibilidades de incluirlos en el intercambio comercial que se avecina entre los dos países.
En ese encuentro Obama pretende escuchar ideas sobre cómo Estados Unidos puede ser más proactivo en los esfuerzos de ayuda al incipiente sector privado.
“El Presidente hará algunos comentarios y participará en un debate con esos emprendedores para escuchar sobre su trabajo. Tengamos en cuenta que éste es un sector de la economía y la sociedad cubana extremadamente prometedor y clave en la mejoría de la calidad de vida del pueblo cubano. Y más amplio aún, la apertura comercial entre los dos países le da una oportunidad sustancial de desarrollo a este sector, no solo en oportunidades de negocios en Estados Unidos, sino en la entrega de más recursos al pueblo cubano”, enfatizó el asesor nacional de seguridad, Ben Rhodes.
Publicado en Diario Las Americas el 3.19.2016
©Rui Ferreira 2016
La visita de Obama es vista en Cuba entre esperanzas e incertidumbres
En la calle no todo está claro. La gente está especulando mucho sobre lo que pueda suceder. Algunos cubanos esperan un levantamiento del embargo económico y otros piensan que Obama solo "vendría a reunirse con un dictador"
RUI FERREIRA
Especial
@ruiefe
Especial
@ruiefe
La visita del presidente Barack Obama a Cuba está siendo vista con una mezcla de esperanza pero a la vez con reluctancia: posturas encontradas resultantes de una cierta aprehensión motivada por la ausencia de grandes explicaciones por parte de las autoridades políticas del país.
Tras más de 55 años de enfrentamiento, el enrarecido ambiente de Guerra Fría se ha descongelado en menos de año y medio, desde que el 17 de diciembre del 2014 los dos países anunciaron la reanudación de relaciones diplomáticas a nivel de embajadores.
“(El presidente) Raúl Castro tiene que hacerlo, no dudo que lo haga. Hay que decir que Raúl ha mostrado en todo esto un mayor pragmatismo que su hermano”, dijo a DIARIO LAS AMÉRICAS el profesor universitario Enrique López Oliva, al destacar la necesidad de que la población sea informada de las interioridades y el significado político de la visita, como en 1997 lo hizo el entonces líder cubano Fidel Castro cuando la visita del papa Juan Pablo II.
Tal como ha sucedido durante todo el proceso del deshielo, los cubanos no se enteraron del anuncio de la visita en Washington por la prensa local en la mañana de este jueves, sino a través de las trasmisiones de la cadena de televisión TeleSur y el sitio web (oficial) Cubadebate. Es previsible que se enteren en los noticieros nocturnos cuando estos confirmen la visita y, quizá, difundan la rueda de prensa de la directora de Norteamérica de la cancillería local, Josefina Vidal.
“El presidente Obama cuando visite a Cuba va a ser tratado con todo respeto y toda consideración. (…) Va a ser una oportunidad importante para que él pueda tener una aproximación directa a la realidad cubana y a todo lo que hemos estado haciendo en los últimos años en nuestro país como resultado de decisiones soberanas del Gobierno de Cuba, a las cuales ha contribuido la población cubana, precisamente, para realizar las transformaciones que sean necesarias en nuestro país, dirigidas (…) a la mejoría del bienestar de la población cubana”, enfatizó la funcionaria al destacar que el dialogo entre los dos países en materia de derechos humanos es parte de los esfuerzos de una nueva relación.
Pero en la calle no todo está claro. Según aseguraron varias fuentes en la isla a DIARIO LAS AMÉRICAS, aunque la visita de Obama es vista como una especie de solución a todos los problemas que agobian a la población, con alguna esperanza, lo cierto es que existe desorientación. “La situación económica está muy difícil, los alimentos, el costo de vida, todo es cada vez más caro. La gente está especulando mucho sobre lo que pueda venir a suceder”, explicó una de las fuentes.
Desde diciembre del 2014 se ha especulado sobre una posible visita del mandatario estadounidense a la isla y, de inmediato, muchos cubanos la asociaron a un levantamiento inmediato, o por lo menos a corto plazo, del embargo económico. La gente, según constató DIARIO LAS AMÉRICAS a fines del año pasado, pese a los 55 años de enemistad oficial con el poderoso vecino del norte, sigue manteniendo una cierta admiración por Estados Unidos en parte, sin duda, por la proximidad geográfica y la fuerte presencia cubana en el sur de Florida.
“Si esto no mejora nuestra vida no sé qué es lo que la va a mejorar. Los salarios son muy bajos, hace falta abrir ya el comercio, los cubanos esperamos mucho de eso”, explicó otra fuente, quien enfatizó a la vez que el incremento de las visitas de estadounidenses al país ha disparado esas esperanzas de mejoría en lo cotidiano.
Esa esperanza también es compartida por el campo opositor, aunque las reacciones por la visita de Obama al país, el 21 y 22 de marzo, no son unánimes. Hay división, constató la agencia de noticias EFE.
Aunque líderes de tres grupos opositores coincidieron en sus deseos de que Washington siga apoyando los esfuerzos de los activistas cubanos por la “democratización de la sociedad”, no todos miran la visita con agrado e, incluso, han colocado algunas condiciones para encontrarse con el mandatario, como éste desea.
Es el caso de la líder de uno de los subgrupos en los que han quedado divididas las Damas de Blanco, Berta Soler, quien pidió a Obama que “piense bien” su visita, puesto que vendría a reunirse con “un dictador” en un país donde no “ve avances” en el tema de derechos humanos.
Para Soler, los puntos clave necesarios para que tenga lugar un encuentro “formal” con el mandatario es que Obama pida públicamente una amnistía para los presos políticos y el cese de la violencia contra los activistas.
A su vez, según EFE, el expreso político José Daniel Ferrer, que lidera la Unión Patriótica de Cuba, ve como “muy positiva” la visita de Obama y garantizó que su grupo le dedicará la “más cordial de las bienvenidas” en nombre de los “cientos de personas que en el país luchan pacíficamente por la democracia”. En su opinión, los cubanos “respetan y admiran” al presidente norteamericano, y advirtió que “las campañas antiestadounidenses del Gobierno cubano no han logrado su cometido en el pueblo”.
Una opinión parecida a la de Manuel Cuesta Morúa, del Partido Arco Progresista de Cuba, quien insistió en que si Obama decide reunirse con representantes de la disidencia enviaría “un mensaje claro” de apoyo y reafirmaría la posición de su país a favor del respeto a las libertades fundamentales y la democracia.
Es que, “esta visita va a demostrar también la enorme popularidad que Obama tiene en Cuba, mucho mayor, con distancia, que la de muchos dirigentes de la isla”, advirtió.
Publicado en Diario Las Americas el 3.19.2016
©Rui Ferreira 2016
lunes, febrero 29
“Con el retiro de Raúl Castro en 2018, se irían los de su generación”, dice Rafael Hernández
El académico dijo que aunque la ley aún no existe, los 10 años en un cargo, propuesto por el gobernante cubano, debe ser la regla que adopte la Asamblea Nacional.
En una conversación inédita que sostuvo con DIARIO LAS AMÉRICAS, Hernández dijo que “la confianza que Cuba le ha dado al Gobierno de EEUU ha sido la mayor concesión en el proceso de deshielo”, en el marco de una relación a la que él califica de “desequilibrada”, asimismo sugirió que se consulte a través de las urnas a la población cubana qué piensa sobre el futuro de la Base de Guantánamo.
Y aunque no considera inminente la necesidad de realizar una consulta electoral entre los cubanos sobre el futuro su país, aseguró que, tan pronto exista un marco legal definido por la Asamblea Nacional cubana (Parlamento), lo más probable es que Raúl Castro se retire del cargo y con él, toda su generación.
_Se supone que en 2018 Raúl Castro deje la responsabilidad que tiene actualmente, así lo dijo públicamente. ¿Es el único que se va, qué va a pasar con la vieja guardia?
– Yo interpreto que así como al cumplir el segundo término de su mandato de cinco años, él [Raúl Castro] dice que se va, que esa vaya a ser la regla adoptada por la Asamblea Nacional en una ley que debe quedar aprobada antes del 2018. Esa ley va a determinar que todos los que hayan estado desempeñando los cargos que tienen ahora durante un tiempo como ese, también deban salir. Eso incluye no solamente a los máximos dirigentes del Buró Político, del partido, sino los ministros del Consejo de Ministros y los miembros del Consejo de Estado.
Debe haber una renovación que incluya a todos aquellos que llevan un tiempo como ese. No obstante, no todos los miembros del Consejo de Estado llevan 10 años, ni todos los ministros llevan 10 años. Pero en cualquier caso lo que la ley regule todavía está por determinarse porque la ley no ha sido promulgada, solamente sabemos acerca de la disposición personal de Raúl Castro de no participar en ningún proceso de elecciones, de no estar de acuerdo en ser candidato para un próximo término del 2018 en adelante.
_¿Sería una renovación de rostros de casi el 90%?
– Depende del tiempo que lleven en el cargo y de lo que ley establezca. En este momento solamente podemos suponer. Déjame decir algo en relación con la pregunta porque a veces hay una visión un poco soslayada sobre la realidad de la clase política cubana y su edad. El Buró Político tiene un promedio de 68 años y como se sabe son 14 miembros. El Consejo de Ministros, sin embargo, tiene un promedio de edad de 58 años. Eso que algunos autores llaman la edad de la generación perdida. Hay un distinguido escritor cubano, mi amigo Leonardo Padura, que llama a su generación los que tienen ahora 59, 60, les llama la generación oculta, porque esa generación no llegó a tener la posibilidad de estar en el liderazgo porque eran muy viejos ahora y antes muy jóvenes. Pero la verdad es que si uno mira la edad promedio del Comité Central del partido actual y la edad promedio del Consejo de Ministros actual, verá que está compuesto por esa generación que mi amigo Padura llama la generación oculta, que no ha accedido al poder. Depende de la generación de que uno habla. Cuando se habla de nuestra generación se habla de la gente que uno conoce. La edad promedio de los secretarios del partido comunista en las provincias es de 46 años. Es decir ¿dónde están aquellos dirigentes que van a relevar la generación de Raúl Castro en el 2018? Basta con mirar a quienes dirigen el partido en las provincias, basta con mirar a los presidentes de las asambleas provinciales del Poder Popular [Asamblea Nacional], que la mitad de los cuadros por cierto son mujeres, de las 15 provincias de Cuba. Entre esas 15 provincias, una tercera parte está dirigida por secretarios del partido que son mujeres y, repito su edad promedio es de 46 años.
_Se acaba de cumplir un año del restablecimiento de relaciones con Estados Unidos. ¿Cómo ha sido este año, qué se ha avanzado y qué no, cuál ha sido el impacto en Cuba?
Lo que ocurre entre Cuba y los Estados Unidos es, como siempre, la historia del vaso medio vacío y medio lleno, uno puede mirar lo que le falta al vaso. Al vaso le faltan cosas, le falta la eliminación del embargo que sigue siendo un bloque en el centro de las relaciones, que impide que se estrechen relaciones comerciales, financieras, etcétera, con todo lo que eso implica no solo para las empresas sino para las personas, para los cubanos de Cuba y para los cubanos de Estados Unidos, para los actores de la sociedad civil en Cuba y Estados Unidos, todo eso pasa por que se levante, se disminuya, se alivie y tienda a desaparecer el bloqueo económico.
Tenemos la Base Naval de Guantánamo, mientras haya una base naval en contra del deseo de la mayor parte de la gente, y lo más fácil sería hacer en este país un plebiscito para pronunciarse sobre la Base Naval de Guantánamo. Si alguien quiere apostar que menos del 90% de los cubanos van a estar a favor de que quiten la base naval de Guantánamo yo estoy listo a apostar con ese que piense así, no importa cuales sean sus ideas políticas. Eso está ahí presente. Son las dos grandes diferencias pendientes en esta historia.
Por otro lado no hay que subestimar de cómo el vaso se ha ido llenando. Ha habido una febril cooperación diplomática que involucra a áreas tales como seguridad, inmigración, intercepción de narcotráfico, sobre las cuales ya existía un progreso, ambas partes ya se entendían, sino que ahora hay avances en otras aéreas importantes como el medio ambiente, protección de las áreas marítimas a partir de la construcción de cartas hidrográficas así como la contención de derrames de petróleo en la áreas profundas, porque Cuba está explorando en el Golfo de México. Se avanzan en áreas que tienen que ver con el medio ambiente, con el imperio de la ley, la aplicación de las leyes de los dos lados. Eso implica cosas tales como acuerdos para evitar el fraude migratorio, la falsificación de pasaportes y documentos, acuerdo para la aplicación de ley relacionada con el tráfico de personas sobre los cuales se ha cooperado antes pero no existía un acuerdo. Ahora se trabaja en eso y ambas partes encuentran un territorio común para preservar la ley y a mí eso me parece clave. Todo lo que tenga que ver con la ley, con acuerdos formales entre los dos países, crea un marco de estabilidad, que es fundamental para una relación que ha estado antes caracterizada por la desconfianza, celo y hostilidad. Y que ahora, a partir del 17 de diciembre del 2014, tiende a moverse hacia la construcción de un espacio de confianza mutua, gradual progresivo, sin eso no es posible cooperar. Porque uno no coopera con quien no tiene confianza. De modo todo lo que se ha avanzado en ese sentido, pasar del diálogo a la negociación, de la negociación a la cooperación y de la cooperación a construir espacios comunes donde ambas partes puedan tener una alianza para enfrentar problemas comunes.
Esa palabra alianza puede sonar muy rara entre dos países que tienen sistemas políticos diferentes como Estados Unidos y Cuba. Pero si uno mira la manera en como los vietnamitas y los chinos definen su relación con Estados Unidos, verá que en esas relaciones se habla de alianzas para combatir problemas comunes, entre los cuales está el terrorismo, la protección del medio ambiente. Es decir, Cuba engancha perfectamente en esas relaciones constructivas que Estados Unidos tiene con otros países y que no es lo que caracteriza básicamente las relaciones con otros países, incluso en esta región, porque paradójicamente Cuba y Estados Unidos se llevan bien en materia migratoria, con el único problema que es la ley de ajuste cubano que crea un estatus privilegiado para los cubanos, pero no sabemos cuánto va a durar, probablemente no dure mucho porque tiene muchos enemigos de un lado y de otro. Si uno mira cooperación en materia migratoria y de narcotráfico, uno mira que Estados Unidos tiene eso como dos puntos calientes, controversiales, polémicos en sus relaciones con muchos países al sur, empezando por su aliado, México.
_Hay mucha gente en EEUU que cree que en estos 18 meses de conversaciones, Estados Unidos le dio mucho a Cuba y Cuba no le dio nada a EEUU.
Si uno ve lo que pasó en la última Cumbre de las Américas en Panamá, verá el respeto con el cual el presidente de Cuba dialogó con el presidente de EEUU, verá que hay una diferencia entre eso y muchos otros países de la región. Es decir, el tono actual de las relaciones es de cooperación y entendimiento, y para eso hace falta que las dos partes participen. Eso no lo hace una sola parte, sino las dos, porque para bailar ese tango hacen falta dos. Para sentarse a conversar sobre temas como derechos humanos, que es un tema sensible como todos los que tocan la sensibilidad de la cuestión de la soberanía cubana, que es un valor central de la política cubana. En torno a los derechos humanos, la colaboración de seguridad, estamos hablando de temas de alta sensibilidad para Cuba.
Lo que Cuba le ha dado a EEUU es la confianza de que esta vez cuando se sientan a hablar de acuerdos sobre seguridad y la aplicación de la ley, Cuba sabe que EEUU va a cumplir. Y esa entrega de confianza tiene un valor altísimo si uno mira lo que ha sido en el pasado la experiencia cubana lidiando con EEUU. Este Gobierno cubano ha confiado en el Gobierno de EEUU para sentarse a conversar. EEUU pidió que en el intercambio de prisioneros tuvieran no solamente a Alan Gross, sino que estuvieran involucradas otras personas sobre las cuales EEUU tenía un interés particular y el Gobierno cubano estuvo dispuesto a hacerlo.
O sea, el Gobierno cubano está actuando con buena voluntad. Esto es una negociación entre un grande y un chiquito, en la que el grande tiene muchas más cosas de su parte que el chiquito y como se trata de una diferencia de escala, de una diferencia acumulada de acciones de hostilidad, Cuba no tiene nada que darle a EEUU a cambio del bloqueo. Sí tiene posibilidades de decir, y lo ha hecho ya, que estamos dispuestos a conversas sobre compensación de nacionalizaciones. En el contexto de la negociación del levantamiento del bloqueo, Cuba siempre ha estado en la posición de negociar la compensación y reclamaciones de ambas partes de acuerdo con la ley cubana. Cumplir la ley y atenerse a eso. Creo que eso es muy importante.
Ahora, Cuba no puede quitar una base naval que tiene EEUU. La fórmula de ¿qué me vas a dar a cambio de Guantánamo? Es una fórmula espuria del derecho internacional, tan espurio como es el tratado de 1934 en cuyos términos EEUU tendría el derecho de ocupar esa parte del territorio cubano para siempre. Eso es tan absurdo en términos internacionales, como si para las dos partes el tratado no tiene plazo, no tiene fecha de vencimiento. Hay maneras de resolver eso. ¿Qué le dio Panamá a EEUU para negociar el canal? ¿Qué le dio China a Portugal para negociar Macao o qué le dio China a Inglaterra para negociar Hong Kong? ¿Qué intercambio puede haber entre un país que tiene una base militar en otro con relación al interés de ése país? Si le preguntáramos a través de un plebiscito a la población cubana, seguramente votará a favor de que se termine ese tratado. Se puede acabar con eso transitoriamente, durante 20 años Cuba y EEUU van a administrar ese territorio dedicándolo a una plataforma de exportaciones, de free trade, que no es un invento comunista, dedicarlo a una estación de protección del medio ambiente. Dedicarlo a un lugar donde puedan existir escuelas de medicina, de formación de maestros que sirven a los intereses de los países de la Cuenca del Caribe, incluyendo EEUU. Usar la base como una prisión o centro de detención de indocumentados es una violación de la letra, no solo del espíritu, del tratado de 1934. Se trataría de acordar un nuevo documento que permita que a lo largo de los próximos 20 años EEUU y Cuba vuelvan a cooperar donde ha habido una base naval.
_¿Pero no sería más importante un plebiscito sobre el futuro de Cuba?
El futuro de Cuba es algo menos concreto que una base militar dentro del perímetro de un territorio. En este momento hay un proceso de cambios. Ese proceso de cambios, sus leyes, sus planes económicos, las nuevas regulaciones de ese proceso de cambios son discutidos por la mayoría de la población. Ese proceso se está llevando a cabo de una manera mucho más participativa de lo que propone o promulga una ley en EEUU. Es la población que participa directamente. La declaración de los lineamientos económicos fue discutida por más de 3 millones de personas. Una parte sustancial fue modificada durante todo ese proceso.
© Rui Ferreira 2016
Publicado en Diario Las Américas 02.29.2016
viernes, febrero 26
Ostía... Dick Cheney haciendo negocios con Cuba
La notícia es sorprendente. Halliburton, la empresa dirigida por el vice republicano Dick Cheney se ha asociado con Cuba en la explotación del petróleo en Angola. Pues ahora el Tesoro le ha caído arriba. Lo tiene claro el Diario Las Américas.
lunes, febrero 22
Obama a Cuba: la “guerra” se ha acabado
El viaje en marzo de Barack Obama a Cuba es
de aquel tipo de gestos políticos que todo presidente anhela en cualquier
momento de su mandato. Richard Nixon lo tuvo en 1969 cuando fue a Beijing y en
1973 cuando desembarcó en Moscú. Después de todo, el viaje – y la normalización
de relaciones – quedará para siempre como un legado del primer presidente
afroamericano y no tiene ya marcha atrás.
Pero en este caso adquiere una dimensión
particular porque Obama parece que ha querido dejar bien puntualizado que su visita
debe ser el inicio de una profundización de los lazos bilaterales y para
Estados Unidos es la evolución natural de una política de buena vecindad que el
mandatario ha implantado, muy discretamente, desde que llegó a la Casa Blanca
el año 2009. Primero México, después Centroamérica, El Caribe, Venezuela y el
Cono Sur. Cuba era la última asignatura regional pendiente.
Pues, ¿qué busca Obama en La Habana? Varias
cosas. En primer lugar, tranquilidad. Las relaciones modernas entre los dos
países se han caracterizado siempre por una enemistad y retórica política,
aunque no necesariamente por parte del pueblo. En estos casi 60 años de
comunismo en la isla, el vecino del norte nunca han dejado de ser popular entre
los cubanos, y esta visita – han dicho varios asesores de su entorno en los
últimos días – es una forma de asegurar al Gobierno cubano de que Estados
Unidos confía en su palabra para asumir los acuerdos alcanzados. Es también un
modo de afianzar que Washington está dispuesto a facilitar la reconstrucción de
la mayor isla del Caribe y quiere ser un protagonista de esa evolución.
Pero es también una forma de garantizar una
relación pacífica con el resto del continente, la mayoría de cuyos gobiernos en
los últimos 15 años tuvieron la tendencia de alinearse con la isla en contra de
las políticas de Washington. Y, por carambola, al desembarcar en el aeropuerto
José Martí estará mostrando de que la animosidad es cosa del pasado pero las
críticas no han desaparecido.
Obama sabe bien que Cuba tiene un historial
de irrespeto por los derechos humanos y por ello ha solicitado reunirse con la
‘sociedad civil’. Entiéndase que en este caso no se refiere a las llamadas
organizaciones de masas que se mueven en la órbita del Gobierno, sino a los
opositores. Fue, de hecho una de sus condiciones cuando en diciembre dio
claramente a entender que quería viajar a Cuba. La duda es ¿con qué opositores
se reunirá? ¿Quedarán de fuera aquellos que han criticado severamente la
aproximación entre los dos países o estarán todos?
La reanudación de relaciones es, y quizá un
punto importante que el mandatario quiere dejar claro, un cambio radical en el
relacionamiento común. Ahora las cosas son de Estado a Estado y, de cierta
forma, la oposición ha quedado en la cuerda floja. No es que el tema de los
derechos humanos y políticos haya quedado apartado, sino que para Estados
Unidos es más importante su influencia en la isla y en su futuro.
Al contrario de otros tipos de
aproximaciones como esta, el viaje de Obama no es la antesala del desembarco de
los empresarios e inversionistas, estos hace meses que están volando y
iniciando contactos de negocios, sino la confirmación a las autoridades y al
pueblo cubanos de que la administración no va a colocarles problemas. Hay cosas
que aunque sean evidentes necesitan de un gesto público.
Pero el viaje de Obama también encierra
otra valoración que el presidente como viejo activista social sabe que es
capital. El viaje es, y no subliminalmente, la confirmación oficial de que la
política de aislamiento de cinco décadas no ha dado resultado y quiere que el
pueblo cubano entienda que esa es la percepción en Washington. Los cubanos y
estadounidenses se conocen bien, de hecho nunca dejaron de conversar en público
o privado, pero un viaje presidencial es la forma de sellar ese pacto. De
reforzar esa percepción.
Un detalle interesante. Todavía no se
conoce el programa de la visita. Pero se sabe que el mandatario quiere viajar a
Santiago de Cuba y de ahí al Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre,
una peregrinación que le entra directo a corazón de los cubanos. Las
conversaciones con el presidente Raúl Castro y el Gobierno serán importantes
pero esta visita no es para eso, sino para decirles a los cubanos que la
‘guerra’ se ha acabado y no volverá a existir.
A su vez, tampoco resolverá los mayores
escollos, que son el embargo comercial a la isla, la existencia de la ley de
Ajuste Cubano o la devolución de la Base de Guantánamo. Los dos primeros
dependen del congreso donde, al parecer, el mandatario todavía no cuenta con el
apoyo necesario. Pero el tercero se resuelve apenas con conversaciones técnicas
porque la marina estadounidense se encuentra en esa región del sudeste cubano
en virtud de un acuerdo bilateral que hasta ahora no ha sido repudiado.
Criticado, pero no anulado.
“Sabemos que los cambios no serán de un día
para el otro, pero hay que comenzar”, dicen los asesores de Obama. Y a eso va
el presidente a la isla, a influenciar unos cambios y jamás lo haría si no creyera
en que son posibles sino inevitables.
© Rui Ferreira 2016
Versión original de lo publicado en Diario Las Américas. 02.22.2016
sábado, febrero 20
Obama: Visita a Cuba abre “nuevo capítulo” en relaciones bilaterales
WASHINGTON - El presidente Barack Obama dijo el sábado que su visita a la isla comunista de Cuba en marzo “abre un nuevo capítulo” en las relaciones bilaterales y es la mejor manera de “promover los intereses y valores estadounidenses” y ayudar al pueblo cubano.
“Buenos Días, a todo el mundo. Esta semana, lo hemos anunciado oficialmente, voy a Cuba”, declaró el presidente estadounidense en su alocución radial semanal.
La visita prevista para el 21 y el 22 de febrero reviste carácter histórico, pues el último presidente de Estados Unidos en visitar Cuba durante su mandato fue Calvin Coolidge, en 1928.
El viaje apunta a “comenzar un nuevo capítulo en nuestro relacionamiento con el pueblo de Cuba”, dijo Obama.
“Creo que la mejor manera de promover los intereses y valores estadounidenses, y la mejor manera de ayudar al pueblo cubano a mejorar su vida, es a través del compromiso, mediante la normalización de las relaciones entre nuestros gobiernos y el aumento de los contactos entre nuestros pueblos”, consideró el mandatario.
De todas formas, Obama destacó que “el cambio no vendrá a Cuba del día a la noche”, ya que si la isla “se abre más, significarán más oportunidades y recursos para los cubanos de a pie”.
Desde que llegó a la presidencia, Obama ha argumentado que el compromiso haría más por cambiar a Cuba que medio siglo de embargos y aislamiento impuesto por anteriores gobiernos.
En diciembre de 2014, Obama anunció que había participado con el gobernante Raúl Castro de conversaciones secretas para un acercamiento. Las relaciones diplomáticas se restablecieron formalmente en julio de 2015. (AFP)
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viernes, febrero 19
La visita de Obama es vista en Cuba entre esperanzas e incertidumbres
En la calle no todo está claro. La gente está especulando mucho sobre lo que pueda suceder. Algunos cubanos esperan un levantamiento del embargo económico y otros piensan que Obama solo "vendría a reunirse con un dictador".
La visita del presidente Barack Obama a Cuba está siendo vista con una mezcla de esperanza pero a la vez con reluctancia: posturas encontradas resultantes de una cierta aprehensión motivada por la ausencia de grandes explicaciones por parte de las autoridades políticas del país.
La visita del presidente Barack Obama a Cuba está siendo vista con una mezcla de esperanza pero a la vez con reluctancia: posturas encontradas resultantes de una cierta aprehensión motivada por la ausencia de grandes explicaciones por parte de las autoridades políticas del país.
Tras más de 55 años de enfrentamiento, el enrarecido ambiente de Guerra Fría se ha descongelado en menos de año y medio, desde que el 17 de diciembre del 2014 los dos países anunciaron la reanudación de relaciones diplomáticas a nivel de embajadores.
“(El presidente) Raúl Castro tiene que hacerlo, no dudo que lo haga. Hay que decir que Raúl ha mostrado en todo esto un mayor pragmatismo que su hermano”, dijo a DIARIO LAS AMÉRICAS el profesor universitario Enrique López Oliva, al destacar la necesidad de que la población sea informada de las interioridades y el significado político de la visita, como en 1997 lo hizo el entonces líder cubano Fidel Castro cuando la visita del papa Juan Pablo II.
Tal como ha sucedido durante todo el proceso del deshielo, los cubanos no se enteraron del anuncio de la visita en Washington por la prensa local en la mañana de este jueves, sino a través de las trasmisiones de la cadena de televisión TeleSur y el sitio web (oficial) Cubadebate. Es previsible que se enteren en los noticieros nocturnos cuando estos confirmen la visita y, quizá, difundan la rueda de prensa de la directora de Norteamérica de la cancillería local, Josefina Vidal.
“El presidente Obama cuando visite a Cuba va a ser tratado con todo respeto y toda consideración. (…) Va a ser una oportunidad importante para que él pueda tener una aproximación directa a la realidad cubana y a todo lo que hemos estado haciendo en los últimos años en nuestro país como resultado de decisiones soberanas del Gobierno de Cuba, a las cuales ha contribuido la población cubana, precisamente, para realizar las transformaciones que sean necesarias en nuestro país, dirigidas (…) a la mejoría del bienestar de la población cubana”, enfatizó la funcionaria al destacar que el dialogo entre los dos países en materia de derechos humanos es parte de los esfuerzos de una nueva relación.
Pero en la calle no todo está claro. Según aseguraron varias fuentes en la isla a DIARIO LAS AMÉRICAS, aunque la visita de Obama es vista como una especie de solución a todos los problemas que agobian a la población, con alguna esperanza, lo cierto es que existe desorientación. “La situación económica está muy difícil, los alimentos, el costo de vida, todo es cada vez más caro. La gente está especulando mucho sobre lo que pueda venir a suceder”, explicó una de las fuentes.
Desde diciembre del 2014 se ha especulado sobre una posible visita del mandatario estadounidense a la isla y, de inmediato, muchos cubanos la asociaron a un levantamiento inmediato, o por lo menos a corto plazo, del embargo económico. La gente, según constató DIARIO LAS AMÉRICAS a fines del año pasado, pese a los 55 años de enemistad oficial con el poderoso vecino del norte, sigue manteniendo una cierta admiración por Estados Unidos en parte, sin duda, por la proximidad geográfica y la fuerte presencia cubana en el sur de Florida.
“Si esto no mejora nuestra vida no sé qué es lo que la va a mejorar. Los salarios son muy bajos, hace falta abrir ya el comercio, los cubanos esperamos mucho de eso”, explicó otra fuente, quien enfatizó a la vez que el incremento de las visitas de estadounidenses al país ha disparado esas esperanzas de mejoría en lo cotidiano.
Esa esperanza también es compartida por el campo opositor, aunque las reacciones por la visita de Obama al país, el 21 y 22 de marzo, no son unánimes. Hay división, constató la agencia de noticias EFE.
Aunque líderes de tres grupos opositores coincidieron en sus deseos de que Washington siga apoyando los esfuerzos de los activistas cubanos por la “democratización de la sociedad”, no todos miran la visita con agrado e, incluso, han colocado algunas condiciones para encontrarse con el mandatario, como éste desea.
Es el caso de la líder de uno de los subgrupos en los que han quedado divididas las Damas de Blanco, Berta Soler, quien pidió a Obama que “piense bien” su visita, puesto que vendría a reunirse con “un dictador” en un país donde no “ve avances” en el tema de derechos humanos.
Para Soler, los puntos clave necesarios para que tenga lugar un encuentro “formal” con el mandatario es que Obama pida públicamente una amnistía para los presos políticos y el cese de la violencia contra los activistas.
A su vez, según EFE, el expreso político José Daniel Ferrer, que lidera la Unión Patriótica de Cuba, ve como “muy positiva” la visita de Obama y garantizó que su grupo le dedicará la “más cordial de las bienvenidas” en nombre de los “cientos de personas que en el país luchan pacíficamente por la democracia”. En su opinión, los cubanos “respetan y admiran” al presidente norteamericano, y advirtió que “las campañas antiestadounidenses del Gobierno cubano no han logrado su cometido en el pueblo”.
Una opinión parecida a la de Manuel Cuesta Morúa, del Partido Arco Progresista de Cuba, quien insistió en que si Obama decide reunirse con representantes de la disidencia enviaría “un mensaje claro” de apoyo y reafirmaría la posición de su país a favor del respeto a las libertades fundamentales y la democracia
Es que, “esta visita va a demostrar también la enorme popularidad que Obama tiene en Cuba, mucho mayor, con distancia, que la de muchos dirigentes de la isla”, advirtió.
© Rui Ferreira 2016
Publicado en Diario Las Américas 02.19.2016
jueves, febrero 18
martes, febrero 2
Conversación con Enrique López Oliva
Enrique López Oliva (La Habana, 1933) es un periodista
cubano y el único profesor de historia de la religión en la Universidad de La
Habana. Analista político respetado por la comunidad diplomática y la prensa
extranjera en la capital cubana, hace hoy, en exclusiva para Diario Las
Américas y en menos de cinco minutos, una radiografía de la sociedad cubana
actual, tras el deshielo con Estados Unidos, la victoria de la oposición en
Venezuela y los esfuerzos de subsistencia que hace el pueblo cubano, esperando
por unas reformas económicas que enfrentan una fuerte resistencia interna de
aquellos que por décadas vivieron a la sombra de sus privilegios. Y lanza un
clamor: la comunidad cubana de la diáspora mejor que se adapte a los tiempos
nuevos o corre el riesgo de diluirse.
López Oliva es Secretario de la sección cubana de la Comisión para el Estudio de la Historia de la Iglesia en Latinoamérica (CEHILA).
miércoles, enero 27
Washington flexibiliza aún más la ley de embargo
Las medidas que entrarán en vigor este miércoles facilitan las condiciones para ampliar el intercambio comercial entre EEUU y la isla y autorizan más viajes

Desde el miércoles, empresas estadounidenses pueden exportar y reexportar a la isla todo tipo de mercancías, herramientas, implementos agrícolas, exceptuando productos agrícolas, así como efectuar prospecciones de mercado, transferencias de personal y establecer vínculos directos con empresas gubernamentales, siempre y cuando esas entidades presten servicios directamente al pueblo. No pueden negociar con entidades cubanas que quieran importar mercancías para su propio consumo como, por ejemplo, los organismos militares y de seguridad.
Pero más aún, las nuevas decisiones anunciadas por el Departamento del Tesoro autorizan la concesión de letras de crédito y levantan las restricciones en los pagos y financiamiento en las exportaciones de EEUU a la isla, incluyendo por parte de entidades bancarias estadounidenses.
Sin embargo, cada operación comercial deberá ser estudiada caso a caso. En el año 2000, cuando el entonces presidente Bill Clinton autorizó la venta de productos agrícolas a Cuba, el Congreso logró aprobar una restricción que obliga que esas ventas sean facturadas al contado y prohibió los créditos.
“Tras el primer diálogo regulatorio [comercial] y mi visita a Cuba en octubre, hemos trabajado intensamente para ampliar el empoderamiento del pueblo cubano. Estas [nuevas] reglas comerciales se afincan en cambios previos al autorizar exportaciones adicionales que abarcan [áreas] como la preparación [para enfrentar] desastres naturales, educación, producción agrícola, metas artísticas, procesamiento de alimentos y transporte público”, declaró la secretaria de Comercio, Penny Pritzker.
Las nuevas medidas abarcan también el establecimiento de vuelos directos, autorizan a las aerolíneas a desplazar temporalmente su personal a Cuba y reglamentan los términos en que ese desplazamiento deberá efectuarse y que no puede, de forma alguna, abarcar tiempo de ocio más allá de lo normal en los tiempos de estancia laboral, ya que las leyes estadounidenses todavía prohíben a sus ciudadanos permanecer en Cuba en calidad de turistas. Esto incluye, además, al resto de las empresas que quieran establecerse en la isla, lo cual amplia aún más las 12 categorías actuales que regulan los viajes de estadounidenses no cubanos y extranjeros residentes en el país.
Estas medidas fueron parcialmente adelantadas por el presidente Obama el 17 de diciembre de 2014, cuando anunció el deshielo entre los dos países tras 18 meses de negociaciones discretas en Canadá y el Vaticano. También permiten la intensificación de los contactos deportivos y académicos y, por primera vez, especifican que empresas con fines de lucro pueden entablar relaciones de negocios con la isla.
“Estamos promoviendo la transformación de la relación [entre los dos países] de manera que contribuya a nuestros intereses y mejore la vida del pueblo cubano”, explicó Ned Price, portavoz del Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca.
El 12 de enero, en su último discurso sobre el Estado de la Unión, Obama hizo un llamado a la rama legislativa a que levante el embargo comercial a la isla y que “admita que la Guerra Fría se ha acabado”.
“El Presidente ha subrayado en repetidas ocasiones que nuestra política hacia Cuba ha cambiado y apoya el incremento de interacciones entre el pueblo estadounidense y cubano. La Oficina de Control de Activos Extranjeros [OFAC] del Departamento del Tesoro y la Oficina de Industria y Seguridad del Departamento de Comercio, en coordinación con el Departamento de Estado, previamente emitieron regulaciones para apoyar la política del Presidente que refuerza al pueblo cubano y crea condiciones para más oportunidades económicas entre los cubanos y estadounidenses”, afirmó Price en un comunicado.
En su opinión, estas medidas son un esfuerzo de Washington “para eliminar los obstáculos que están frenando a los cubanos”, por lo cual “instamos al Gobierno cubano a que facilite la capacidad de sus ciudadanos para abrir negocios, participar en el comercio, y acceder la información en línea”.
Uno de los aspectos de esta nueva política es que permite la exportación, sin restricciones, de tecnología de comunicaciones e informática, incluso el acceso a programas informáticos de origen estadounidenses, que hasta ahora habían circulado de manera ilegal en la isla. No está claro si Washington pretende de alguna forma evitar ese “pirateo”’ y de qué forma podrá obligar al Gobierno de la isla a cumplir con las restricciones de derechos de autor de sus productos tecnológicos exportados.
Las críticas a la medida se dejaron sentir de inmediato. “Este intento descarado de permitir un comercio directo con el régimen de Castro revela en su totalidad que la política del presidente Obama no tiene nada que ver con apoyar al pueblo cubano, sino con fortalecer una dictadura brutal y antiestadounidense a 90 millas de nuestras costas”, comentó el congresista republicano Mario Díaz-Balart.
© Rui Ferreira
Publicado en Diario Las Américas el 12.27.2016
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