sábado, noviembre 26

Fidel, el líder único

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1926 - 2016

Rui Ferreira | Miami

El hombre que fue el centro de la política cubana en los últimos 56 años, sobrevivió a 12 presidentes estadounidenses y enterró a cuatro papas, nació el 13 de agosto de 1926 a las 2 de la mañana, en la finca Manacas, poblado de Birán, en el municipio de Mayarí, al norte del oriente de Cuba, a unos 100 kilómetros de la Sierra Maestra, de donde lanzaría 30 años después la Epopeya que quedó conocida como La Revolución Cubana.

Fidel Alejandro Castro Ruz, según la generalidad de sus biógrafos y quienes lo conocieron de cerca, fue un hombre influyente y controversial del siglo XX, que marcó esa etapa de la historia mundial, al crear una sociedad comunista en el mundo occidental sin tolerar disensión alguna, en la Guerra Fría se alineó con la difunta Unión Soviética contra Estados Unidos, resistió a todo intento de Washington a derribarlo, incluyendo el asesinato y una invasión directa, estuvo en el centro de la primera crisis que, casi, llevó el mundo al borde del Holocausto nuclear y envió tropas a países tan lejanos como Angola y Etiopía.

Sin embargo, tuvo una educación católica.

Tras aprender a leer y escribir a los cinco años, en la finca azucarera de la familia, donde creció junto a cinco hermanos, sus padres - Angel Castro y Argiz, un terrateniente gallego que llegó a Cuba a fines del siglo XIX enrollado en el ejército de ocupación español, y Lina Ruz, cocinera en el hogar de los Castro y oriunda de la occidental provincia de Pinar del Río – lo enviaron, primero al Colegio La Salle, de los Hermanos Maristas, y después al de Dolores, de los jesuitas, ambos en Santiago de Cuba, y posteriormente al prestigioso habanero Colegio de Belén, también de los jesuitas, cuya disciplina marcó fuertemente su vida posterior.

Estando en Dolores, Castro tuvo allí, posiblemente, su primera decepción hacia Estados Unidos. Le escribió una carta al entonces presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt, invitándolo a visitar las minas de hierro del Oriente del país y de pasó le pidió un billete estadounidense de US$ 10 y autografiado. A vuelta de correo recibió una respuesta de cortesía del Departamento de Estado pero no había ningún billete. "Fidel quedó muy molesto, decía que los americanos eran muy tacaños", recordó su colega de escuela, el ya fallecido profesor Luis Aguilar León.

Según el padre Armando Llorente, su confidente y educador, en su paso por Belén, Castro se distinguió por ser "motivado, orgulloso y diferente de los demás", con "el deseo de distinguirse primeramente en los deportes", ya que "le gusta ganar sin que le importe el esfuerzo; tiene muy poco interés en fiestas o en socializar y parece alienado de la sociedad cubana". Cuando se graduó, en el libro de curso, alguien escribió: "Tiene madera de líder".

Pero fue también, en el mismo colegio habanero, donde el joven Castro tuvo su primer encuentro con las ideas autoritarias. En varias entrevistas en los últimos años, admitió que allí le impactó el fascismo de la Falange española. En esa época, también concurría a actividades de
Hispanidad, un movimiento critico de los valores materiales anglosajones y promotor de los valores espirituales hispanos.

Castro inició su vida política en la Universidad de La Habana, a cuya Facultad de Derecho ingresó en 1945. La universidad era en ese entonces un estado dentro de otro estado, gozando de una autonomía que la protegía, no apenas del ingreso de la policía como de la influencia del gobierno, con lo cuál era un excelente recinto para discutir todo tipo de ideas políticas. Fue allí donde Castro se lanzó, sin éxito, a la presidencia de la Federación Estudiantil Universitaria, y donde, según sus detractores, en un incidente nunca totalmente aclarado, dio muerte a Manolo Castro un rival político dentro de la organización. También allí, adhirió a la Unión Insurreccional Revolucionaria, un grupo de jóvenes con ambiciones, más ganguesteriles que políticamente revolucionarias, y pronunció, en noviembre de 1946, su primero discurso de "líder político", según la versión oficial cubana, en una manifestación de protesto por el aumento de las tarifas de los autobuses.

Los dos años siguientes serían fructíferamente revolucionarios para el ahora difunto líder cubano. En septiembre 1947 se unió a una expedición organizada por opositores dominicanos con vista al derribo del dictador Rafael Leonidas Trujillo, que quedó conocida como la conspiración de Cayo Confites. Descubiertos por las fuerzas gubernamentales, aún en territorio cubano, Castro se lanzó al agua y cruzó a nado la bahía de Nippe, infestada de tiburones. Dos meses después se afilia al Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), por el cual se postularía al congreso en 1952, pero las elecciones no se realizaron después que el dictador Fulgencio Batista, dio un golpe de estado.

En marzo de 1948, Castro participa en "El Bogotazo", una rebelión popular que estalló en las calles de Bogotá, Colombia, tras el asesinato del líder populista Jorge Eliécer Gaitán. Aunque estaba previsto un encuentro entre los dos, este nunca se realizó porque el colombiano murió media hora antes. Años más tarde, Castro recordaría que "en un impulso juvenil'' se unió a la revuelta, llegó incluso a armarse con un fusil sacado de una estación de policía. El episodio terminó con un pedido de protección a la embajada cubana, después que la policía lo identificó a él y otros dos estudiantes cubanos, como “agitadores”. El viaje a Colombia se produjo para participar en una reunión estudiantil, organizada para protestar por la Novena Conferencia Interamericana, la cual había sido boicoteada por el mandatario argentino, Juan Domingo Perón, por quien Castro nunca ocultó su admiración.

De regreso a la isla, Castro reanudó sus estudios universitarios, profundizó su militancia en el partido Ortodoxo y se aproximó de su líder, Eduardo Chibás. El suicidio de este último, en agosto de 1951, tendría un impacto monumental en el joven Fidel Castro, quien comenzó a radicalizar sus posiciones políticas, terminando por apartarse de la organización.

El 11 de octubre de 1948, Fidel Castro se casa con Mirta Díaz-Balart, una estudiante de filosofía de la universidad y miembro de una de las familias políticamente más influyentes del país, a punto de aportar dos miembros a la Cámara de Representantes de la Cuba Republicana, y posteriormente otros dos al Congreso de Estados Unidos. El matrimonio tiene un hijo, “Fidelito”.

Mirta fue hermana de Rafael Díaz-Balart, congresista, senador y partidario del dictador Fulgencio Batista, quien inicialmente fue amigo de Castro pero posteriormente se transformó en uno de los más férreos detractores, a punto de pronunciar en la Cámara de Representantes en La Habana, posiblemente el primer discurso anticastrista de la historia cubana, denunciando la personalidad de su cuñado y oponiéndose a la concesión de una amnistía, por ocasión del ataque al Cuartel Moncada, en julio de 1953.

Castro se gradúa como abogado en 1950, abre un pequeño bufete en la capital, pero la política copa ya todas sus energías. El golpe de Batista en marzo de 1950 termina por convencerlo de que la vía armada y revolucionaria es la solución de los destinos del país.

Así es como el 26 de julio de 1953, comanda el asalto a los cuarteles de Moncada, en Santiago y al de Bayamo, por un grupo de jóvenes, nucleados a su alrededor, a quien dio por llamar "La Generación del Centenario", en recuerdo del aniversario de la muerte del Apóstol José Martí.

El ataque fracasa, las bajas son fuertes de ambos bandos, y Castro emprende una huída que lo llevaría a las estribarías de la Sierra Maestra donde es capturado por fuerzas del ejército. Gracias a la intervención del Arzobispo de Santiago de Cuba, Castro no es sumariamente ejecutado, como sucedió a algunos de sus seguidores, sino sometido a juicio y condenado a 15 años de cárcel. En el juicio asumió su propia defensa y pronunció un alegato, que posteriormente quedaría conocido como "La Historia me Absolverá‘‘, donde hizo una presentación de sus ideas políticas y planes económicos para el país.

Enviado a la prisión de Isla de Pinos, actual Isla de la Juventud, permaneció allí hasta que fue amnistiado en mayo de 1955. Un mes después anuncia la fundación del Movimiento 26 de Julio, crea su dirección nacional y parte hacia México, con la intención marcada de formar una fuerza expedicionaria para derribar a Batista. Estando en prisión, se divorcia de Mirta.

Durante su estancia mexicana, Castro dedica su tiempo al entrenamiento militar y el de sus hombres, viaja a Estados Unidos para recaudar dinero para la expedición y asegurar, principalmente en Miami, una retaguardia de apoyo con abastecimiento de armas a su lucha de guerrillas.

Al amanecer del 2 de diciembre de 1956, Castro, su hermano Raúl, que le sucedió en la presidencia de Cuba, y 80 seguidores, desembarcan en la playa Las Coloradas, al sur del país, cerca de la Sierra Maestra, a bordo del yate Granma. Al desembarco, le sucede un fuerte encontronazo con el ejército que lo esperaba en aquella zona desde hacia días, y apenas 12 hombres sobreviven.

Comienza así, poco más de dos años de una guerra de guerrillas, que se transformó en un símbolo, adquirió visos de leyenda y es aún hoy día vista en muchos países del mundo, como el símbolo de la lucha política latinoamericana.

El periodo de la Sierra Maestra se caracterizó, según sus biógrafos, por una mezcla de lucha armada contra el ejército gubernamental a la par de intensas negociaciones políticas con las diversas facciones revolucionarias, algunas de ellas con serios recelos hacia el líder cubano. Fueron negociaciones donde salieron a relucir las diferencias entre "el llano'' y "la sierra", una referencia a las diferencias tácticas en los métodos de lucha guerrilleros y urbanos, donde tenían gran participación las fuerzas del Directorio Revolucionario, de José Antonio Echevarria, con quién Castro firmó un acuerdo político, estando aún en México. La idea del líder guerrillero era de que "el llano'' debería subordinarse a la "sierra", un anticipo de lo que seria después la sociedad cubana, gobernada bajo su inspiración.

El 13 de marzo de 1957, el Directorio Revolucionario lanza un ataque al palacio presidencial de Batista, donde muere Echevarria. Castro condena el ataque, aunque tras el triunfo revolucionario se transformaría en una de las principales fechas del régimen. En abril de 1958, antes que lanzara hacia la capital sendas columnas guerrilleras, hace un llamado a la huelga nacional, que fracasa por las rivalidades entre las fuerzas políticas.

Estando en la Sierra Maestra, Castro da los primeros indicios de su antinorteamericanismo. En junio de 1958, en una carta escrita a su estrecha colaboradora, Celia Sánchez Manduley, tras presenciar el bombardeo por la aviación de Batista de una casa campesina, con bombas proporcionadas por Estados Unidos, el líder guerrillero escribió: "Cuando esta guerra termine, comenzará una mucho más grande, una guerra contra ellos [los norteamericanos]. Acabo de llegar a la conclusión, que ese es mi destino".

Por esa época, los Estados Unidos ya estaban prestándole atención a las consecuencias de una eventual toma del poder por Castro. Como se reveló más tarde, por parte del comité investigador del desembarco de Bahía de Cochinos en 1961, la embajada estadounidense en La Habana ya había contactado a políticos opositores a Castro y estaba tratando de convencer a Batista que entregara el poder a una Junta Militar.

Castro se entera del asunto, por informes propios y contactos con oficiales del ejército que combatía, y comienza a acelerar los planes para tomar el poder. La guerra se agudiza, el gobierno enfrenta el terror revolucionario en las ciudades provocando aún más terror, arrestando y torturando a jóvenes del Movimiento 26 de julio. Una política que tiene un efecto contraproducente y termina por darle más popularidad a Fidel Castro que concluye la guerra como el líder incuestionable de la oposición a Batista. Y del país.

En las primeras horas del 1 de enero de 1959, Batista y sus amigos más cercanos escapan a República Dominicana, una vez que Estados Unidos rehusó darles asilo político, al amanecer de ese día las primeras tropas rebeldes entran en la capital y el Movimiento 26 de julio asume el poder.

Vienen meses de confusión política pero también de alegría popular. En medio de las discusiones por la división de su cuota de poder entre las organizaciones revolucionarias, la incipiente revolución cubana sufre la primera escisión dentro del Ejército Rebelde. Durante el verano, percibiendo lo que describió como la penetración comunista en el gobierno, el comandante Húber Matos, jefe de la plaza militar de la central provincia de Camaguey, se declara en rebeldía y denuncia la complacencia castrista con los comunistas. Matos es arrestado y condenado a 20 años de cárcel que cumple en su totalidad.

Al mismo tiempo, con el beneplácito de Castro, comienzan los juicios populares contra los principales personeros del régimen de Batista, acusados de torturar y perseguir a la población, y el país asiste a una legión de fusilamientos, que terminaron a principios del año siguiente, tras provocar indignación en Estados Unidos y Latinoamérica. El número exacto de muertos nunca ha sido determinado.

"Esos juicios no debían sorprender a cubanos y americanos. En febrero de 1958 las revistas Look y Bohemia publicaron un reportaje fotográfico titulada 'justicia en la Sierra', donde se veía a un Castro relajado, sentado en el piso, interrogando a prisioneros acusados de violaciones y asesinatos ante un tribunal revolucionario, y Raúl Castro al frente de un pelotón de fusilamiento", escribió en su biografía sobre el líder cubano, el escritor estadounidense Tad Szulc.

En los primeros meses de la revolución, Castro asume el cargo de primer ministro y se mantiene al frente del Ejército Rebelde, mientras la presidencia del país era asegurada por el abogado Manuel Urrutia, considerado como un moderado sin conexiones con el régimen de Batista, y que fuera su juez en el proceso del Moncada.

Son meses en los cuales el líder revolucionario dedica a largas horas a profusas oratorias, divulgando sus ideas sobre la reorganización del país, la decencia en el gobierno y contra la corrupción. Llega, incluso, a prometer elecciones libres, niega profusamente que sea comunista y en una reunión con periodistas estadounidenses en Nueva York, dice que su revolución es esencialmente ‘‘humanista", dispuesta a conservar la propiedad privada.

Pero, al mismo tiempo, inicia una reforma escalonada de la sociedad. En mayo de 1959 firma la ley de Reforma Agraria y crea el Instituto de Reforma Agraria, que funcionó en la práctica como un gobierno paralelo, alternativo al dirigido por Urrutia, con quien termina teniendo un diferendo político que lo lleva a renunciar como primer ministro, forzando al presidente a seguirle los pasos. Castro vuelve como primer ministro el 26 de julio de ese año, tras la asunción como presidente del abogado Osvaldo Dorticós, quien nunca tuvo realmente muchos poderes ejecutivos, hasta que abandonó el cargo, cuando éste fue abolido en 1975.

También decreta la Ley de Reforma Urbana, que confisca inmuebles residenciales para alquilarlos a personas sin casa, baja los alquileres, crea las Milicias Nacionales Revolucionarias, donde encuadra militarmente gran parte de la población. Y lanza una campaña nacional de alfabetización, que devino en un emblema del régimen.

Los primeros años de la Revolución Cubana se caracterizan por un incremento en el diferendo con Estados Unidos, tras la nacionalización de las propiedades estadounidenses en la isla, y una aproximación de La Habana a Moscú que se inicia con la visita del entonces premier soviético, Anastas Mikoyan a la capital cubana en febrero de 1960, de donde sale con el primer acuerdo comercial firmado entre los dos países, que marca el inicio de una gigantesca subvención que en
1991 dejó una deuda pública de casi US $200.000 millones.

El 5 de marzo de 1960 Castro acuña la frase que se transformó en la base de la liturgia política de su régimen: "Patria o Muerte". Una expresión que quedó completada tres meses después con la palabra "Venceremos".

El diferendo con Estados Unidos tiene sus momentos cumbres en dos ocasiones: el desembarco de Bahía de Cochinos (Playa Girón) y la Crisis de Octubre. La primera se produjo al amanecer del 17 de abril de 1961, cuando una fuerza expedicionaria exiliada desembarca al sur de la Ciénaga de Zapata. En menos de 48 horas, los 1.500 exiliados son diezmados, en parte por la falta de un apoyo militar estadounidense, desautorizado por el entonces presidente John F. Kennedy. El día 16, durante el entierro de las victimas de un bombardeo previo al desembarco, Castro proclama el ‘‘carácter socialista'' de su proceso político. La Revolución adopta el Socialismo.

Por otro lado, en octubre de 1962, satélites estadounidenses descubren que se están construyendo en la isla bases de lanzamiento de misiles nucleares soviéticos. Cuba aduce que son para su defensa. Especialistas soviéticos dijeron décadas más tarde que la idea era equilibrar la existencia de misiles similares estadounidenses en Turquía, pero la isla es sometida a una cuarentena y el mundo estuvo, por primera vez, al borde del Holocausto Nuclear. La crisis duró 13 días. Al final, los soviéticos aceptaron retirarse, en un gesto que enfureció a Castro porque jamás fue consultado al respecto ya que las negociaciones se realizaron directamente entre Kennedy y el líder soviético, Nikita Krutchov.

Tras el fracaso del desembarco, Estados Unidos respalda una guerra de guerrillas en la Sierra del Escambray, un conflicto irregular, que duraría cuatro años e involucraría a centenares de campesinos, y que el historiador cubano exiliado Enrique Encinosa ha calificado como "la guerra olvidada".

Pero la Revolución sigue. Castro nacionaliza la enseñanza y la salud pública, expulsa de la isla centenares de curas y miles de cubanos huyen de la isla, refugiándose en el sur de la Florida.

Habiéndose declarado "marxista-leninista en diciembre de 1961, en octubre de 1965, crea el Partido Comunista de Cuba y asume la presidencia de su Buró Político, dando origen así a una estructura política que hasta hoy rige los destinos del país.

Con la realización de la Conferencia Tricontinental en enero de 1966, donde proclama que "el movimiento revolucionario puede contar con combatientes cubanos en cualquier rincón de la Tierra", Castro lanza un poderoso movimiento "internacionalista'' que extiende su influencia por toda
Latinoamérica, algunos países de África y tiene su instante cumbre, con el envío a mediados de la década de 1970, de tropas hacia Angola y Etiopía, así como asesores en guerra irregular a Nicaragua, en apoyo al incipiente movimiento Sandinista.

La Zafra de los 10 millones, un intento vano de conseguir la mayor cosecha azucarera de siempre, representó un fuerte revés para el líder cubano, quien empeñó en ella su prestigio y apoyo popular, al paralizar durante casi seis meses a todo el país que se lanzó a los campos. Este revés lo llevó a abandonar una planificación económica local, y abrirse a los planes de economía centralizada del mundo socialista. En 1972, viaja a la Unión Soviética por tercera vez, y regresa con una serie de acuerdos de colaboración para los siguientes 20 años. A partir de esa altura, Cuba se llena de asesores soviéticos, que penetran todos los aspectos de la vida pública.

Esa colaboración da origen a la creación de uno de los más poderosos ejércitos del mundo occidental, que tiene su prueba de fuego convencional, a partir de 1975, cuando Cuba participa en la guerra civil de Angola. Una presencia que es vista por los analistas de entonces, como parte de los planes de expansión soviética por el mundo pero que Castro define como una ayuda ‘‘desinteresada'' y "obligatoria'' para todo revolucionario. Después de todo, dice Fidel, Cuba tiene una “componente de sangre africana que debe ser fiel a sus raíces”. Así, Angola y posteriormente Etiopía, fueron escenarios de encarnizados combates, que se prolongaron por más de 15 años.

La década de 1980 es considerada por la generalidad de los observadores, como una década ‘‘gris". Al tiempo que refuerza los lazos con la Unión Soviética, recibe de ella abundantes subsidios, entre maquinaria y alimentos, y Fidel asume la presidencia del Movimiento de Países No Alineados. La población experimenta una pequeña mejoría de su calidad de vida, con pequeños experimentos de desarrollo de economía privada, como es el caso de la apertura de los mercados libres campesinos. El experimento dura poco. Preocupado con las consecuencias del surgimiento de nuevos ricos, Castro cerró esos mercados, dio al traste con cualquier idea de propiedad privada, y en un gesto político, frente a la perestroika soviética, desencadenada en 1985, inicia en 1986 un proceso "de rectificación de errores y tendencias negativas", durante el cual centenares de cuadros y funcionarios gubernamentales son públicamente criticados y algunos despedidos.

Es también en esa etapa que el movimiento disidente cubano da sus primeros pasos y choca con la intransigencia del régimen. El arresto de sus principales cabezas conocidas en la ciudades, es acompañado con la también detención de otros miembros, menos conocidos, en el interior del país. En términos generales, Castro enfrenta un movimiento disidente, que tiene sus orígenes en los cuadros del "viejo'' Partido Socialista Popular, que él mismo había defenestrado en 1968, durante un proceso que quedó conocido como la "microfracción". En esa época, el líder cubano los acusó de inclinaciones pró-soviéticas y de conspirar para acabar con su poder. Pero, en los años 80, en la medida que la ‘‘glasnost'' y la perestroika'' se ampliaron en la Unión Soviética, Castro comienza, sutilmente, a distanciarse de Moscú y los disidentes van adquiriendo importancia en la vida del país.

La llegada al poder de Mijaíl Gorbachov en 1985, marca el inicio de un paulatino distanciamiento de la Unión Soviética en la medida que en ése país avanzaban las reformas políticas y económicas. Desde el inicio, Castro las vio con desconfianza y comienza a cortar el conocimiento que de ellas tiene la población. Las primeras victimas son las publicaciones soviéticas que se vendían en las esquinas. Su circulación es prohibida, después que una de ellas publica un crítico artículo sobre el ex secretario general del partido comunista soviético, Leonid Brejnev, amigo personal de Fidel. Le siguen restricciones a los contactos de los diplomáticos de Moscú con la población y todo llega a su punto más bajo cuando los soviéticos comienzan a retrasarse en el envío de su ayuda y colaboración.

La visita de Gorbachov a La Habana en abril de 1989 se realiza en un clima de gran frialdad. Castro dirá después que esos cuatro días transcurrieron "de manera extraña y nada feliz", y confirma sus peores temores: la Unión Soviética quiere desarrollar lazos con Estados Unidos y Cuba es un escollo en el camino.

Castro se prepara entonces para lo peor. Una economía cubana sin subsidios soviéticos. Sus temores se materializan con la defunción de su mayor aliado a fines de 1991, un hecho que califica de "desmerengamiento", y la desaparición del mundo socialista de Europa Oriental. No le queda otra alternativa que decretar un "periodo especial", durante el cual la economía cae fondo, se reanudan los experimentos anteriores de propiedad privada, se abre el país al turismo capitalista y se permite - fuertemente regulado - el ejercicio de un conjunto de profesiones por cuenta propia, principalmente en el área de servicios.

Tras años de penurias, el país comienza a salir de la crisis, que las autoridades califican de "resistencia'' y tras el triunfo del presidente Hugo Chávez, en Venezuela, a fines de los años 90, la isla comienza a recibir una serie de financiamientos y ayudas petrolíferas que permiten mantener el país en movimiento. Venezuela se transforma en su mayor aliado político en el exterior, y Castro envía médicos, maestros, personal militar y de seguridad a Caracas.

En la medida que Venezuela deviene su socio pleno, político y comercial, el régimen comienza a dar marcha atrás en algunas de sus reformas, tímidas, aperturistas, lanzadas al inicio del periodo especial. Especialistas calculan que, a la muerte de Castro, Caracas está proveyendo a La Habana por lo menos US $1 mil millones anuales en petróleo y otras ayudas. También se reanudan los lazos con China, congelados a raíz de la Guerra Fría, por el conflicto sino-soviético en el cual el líder cubano se alineó con Moscú, y el país asiático deviene uno de los mayores exportadores de productos hacia Cuba. Esa cooperación se solidifica cuando a inicio de la primera década de éste siglo, China sustituye a los rusos en la operación de la Base Electrónica de Lourdes, ojo gigante de espionaje electrónico orientado hacia Estados Unidos.

Castro se enfermó seriamente a mediados de 2006 y fue sometido a varias operaciones intestinales. Inicialmente, cedió el poder provisionalmente a su hermano, Raúl, cumpliendo lo previsto en la Constitución de 1976, reformada en 1992. En febrero de 2008, Raúl asumió el poder definitivamente, y la intervención de Fidel en los asuntos del país se limitó a artículos de opinión publicados en la prensa local.

Al fallecer, Fidel estaba casado con Delia Soto del Valle, con quien tuvo siete hijos. Además, dejó a su hijo mayor, Fidel Castro Díaz-Balart, hijo de su primer matrimonio, y Alina Fernández Revuelta, producto de una relación extra matrimonial, en los años 1950, cuando salió de la cárcel tras el asalto al Cuartel Moncada.

Fidel Castro fue un revolucionario firme en sus principios. Para algunos un héroe y para otros un tirano. Se mantuvo férreo en el poder hasta el fin de sus días, controlando hasta los partes médicos de su dolencia, y probablemente será recordado como uno de los más fascinantes y controversiales lideres políticos del mundo.

A él parecía preocuparle otra cosa. "No le tengan miedo a los jueces imaginarios que tenemos aquí. [Sino] téngale miedo a otros jueces, a los cuales hay mucho más que temer, témanle a los jueces de la posteridad, témanle a las generaciones futuras que, al final, serán los responsables de decir la última palabra'', dijo Castro, en una fecha tan temprana, o lejana, como 1961.

© Rui Ferreira - 2015

lunes, junio 20

sábado, abril 30

Cuba: El régimen y la Iglesia pugnan por captar a la juventud

La ‘captación’ de la juventud, como se dice en el argot político de la isla, fue un tema clave que salió a relucir en el congreso comunista cubano. En las calles del país es fácil detectar el desinterés en política y en religión entre los jóvenes.

La juventud, ese divino tesoro al decir del poeta Rubén Darío, es objeto en Cuba de una discreta pugna entre el Gobierno y la Iglesia Católica. El rebaño es demasiado tentador. Solo que está apático.
El primero lucha por atraerla hacia los postulados revolucionarios, que ahora se ofrecen con apariencia de transformación; buscan arrebatar a los jóvenes de un letargo provocado por el desinterés hacia un proyecto poco atractivo para las nuevas generaciones.
De otro lado la Iglesia, que enfrenta una gran crisis de fe, no termina de llenar los templos donde los feligreses son cada vez de mayor edad.
“Las iglesias están vacías, es una crisis que estamos viviendo y la Iglesia va a tener que buscar un nuevo lenguaje para atraer a los jóvenes sino jamás los va a conquistar”, explica a DIARIO LAS AMÉRICAS, el profesor de Historia de las Religiones de la Universidad de La Habana, Enrique López Oliva.
La aspiración de la curia es darles un mayor protagonismo a los jóvenes católicos en los problemas de la sociedad, agobiada por una crisis económica que no termina de invertirse. Y, a su vez, poder asegurar su futuro y subsistencia en un mundo donde cada día que pasa lo místico se vuelve cada vez más material.
El Gobierno, y en particular el dirigente partido comunista, se debate con el mismo problema, ya que sectores importantes de la juventud le han dado la espalda o han emigrado.
“Ellos tienen un problema mucho más serio, porque los jóvenes no ven un gran futuro en este país y están emigrando. Se les está desangrando el país ante la falta de perspectivas laborales y de desarrollo personal”, agregó Andrés Cotarelo, un joven católico, que ha visto a muchos de sus compañeros de generación irse del país sin grandes planes de volver atrás.
La situación parece ser tan aguda que salió a relucir en el reciente Congreso del Partido Comunista donde las autoridades del régimen se refirieron, una vez más, a la influencia de Estados Unidos y señalaron al presidente estadounidense Barack Obama de intentar permear a los jóvenes en su reciente visita a la isla.
“Con la visita de Obama se produjo un ataque a fondo a nuestra concepción política, a nuestra historia, a nuestra cultura y a nuestros símbolos”, dijo el ministro de Exteriores cubano, Bruno Rodríguez, durante el congreso comunista. El funcionario, otros miembros del Gobierno y delegados, no ocultaron su percepción de que las palabras del mandatario estadounidense tuvieron como blanco a la juventud.
En su discurso más importante, el mensaje que envió a la nación cubana, Obama instó a los jóvenes a ser protagonistas de su propio destino.
“Quiero que el pueblo cubano, sobre todo la gente joven, entienda por qué creo que deben mirar al futuro con esperanza; no la falsa promesa que insiste en que las cosas están mejor de lo que realmente están ni el optimismo ciego que dice que todos sus problemas desaparecerán mañana. Esperanza que tiene una base en el futuro que ustedes pueden elegir; que ustedes pueden moldear; que ustedes pueden construir para su país”, dijo Obama en el Gran Teatro de La Habana.
La ‘captación’ de la juventud, como se dice en el argot político de la isla, fue un tema clave que salió a relucir en el congreso comunista cubano. Pero aunque el gobernante Raúl Castro asegura que el país se encuentra enfrascado en una renovación de cuadros para los próximos 10 años, la composición del recién electo Comité Central del Partido mantuvo en su máxima dirección a los octogenarios históricos.
Hace falta sustituir a los viejos dirigentes por sangre joven pero están teniendo dificultades porque, al cabo de dos generaciones bajo el mismo poder, la política no es atractiva.
La resolución final del congreso lo dice claramente: “Los delegados coinciden en que la lucha contra la subversión política ideológica, la formación de valores en nuestra sociedad, y la atención a la niñez y la juventud, son asuntos estratégicos para el país, de los cuales depende la existencia misma de Cuba como nación soberana”.
Mientras, en las calles del país es fácil detectar cómo el desinterés tanto en política como en religión son palpables entre los jóvenes.
Lo interesante es que ni la Iglesia, que ha tenido su rol en el proceso de las llamadas reformas iniciadas en la isla, y tampoco el régimen, están sacando dividendos entre los jóvenes. Al menos la Iglesia se prepara para reforzar sus intentos en julio, cuando tenga lugar el encuentro nacional de la juventud católica.
Publicado en Diario las Americas 4.30.2016
© Rui Ferreira 2016

miércoles, abril 20

Un congreso a puertas cerradas

Según fuentes consultadas por Diario Las Américas, Raúl Castro admitió que existen contradicciones en las generaciones de cubanos, a pesar de que la vieja guardia continúa en el poder.


RUI FERREIRA
Especial
@ruiefe
El congreso de los comunistas cubanos tuvo lugar en una economía que se encuentra en etapa de cambio, con una población que sigue con dudas, donde los delegados no fueron llamados a opinar mucho y los dirigentes postergaron decisiones, incluso las medulares. Por el momento Cuba seguirá siendo un país socialista y la apertura al mercado parece que será lenta pero necesaria. Es lo inevitable.
“Ellos no tienen otra opción que rendirse, aunque no es una palabra cómoda, a la realidad de la vida. Sin la iniciativa privada este país no avanzará”, así de diáfano lo dijo el profesor universitario Enrique López Oliva.
¿Qué ha pasado entonces tras años de promesas y esperanzas? Las opiniones difieren. Según indicó el académico Rafael Hernández a DIARIO LAS AMÉRICAS, el congreso “fue bastante realista y también ‘raulista’, que es lo mismo, conectado a los problemas concretos de la vida de la población y lo más interesante es que han subido al Comité Central a un grupo de tecnócratas conectado con las realidades actuales y en contradicción con los lineamientos anteriores”.
“De momento –afirmó-, están enfocados en los problemas concretos y, al contrario de lo que dicen algunos, no hay un solo miembro de la familia de Raúl Castro en el Comité Central. Vamos a esperar unos años, pero este nuevo núcleo de dirigentes políticos tendrá que responder”, agregó el académico.
Otros analistas cubanos subrayaron el hecho de que de la casta dirigente actual salieron dos militares y entraron cinco civiles, de los cuales tres son mujeres ligadas al desarrollo de la industria tecnológica. “La rectora de la Universidad de Ciencias Informáticas está allí, eso es un indicio claro de que ella va a tener la más alta autoridad para controlar los demás ministerios e instituciones del Estado”, añadió Hernández.
Pero también fue patente que la ‘línea dura’ todavía sigue pautando los destinos del país, algo que  algunos en la isla ven como una ‘concesión’ a la vieja guardia. José Ramón Machado Ventura, un ‘aparatchik’, sigue de segundo secretario del partido y siempre se ha dicho que no es un ‘hombre de Raúl’, sino de su hermano, el exgobernante Fidel Castro, quien hizo una forzosa y débil aparición en el evento. “Aquello dio pena”, comentó a DLA un asistentes al congreso. Su intervención no fue trasmitida en directo por la televisión.
Fuentes cercanas al evento indicaron que hubo divergencias o, al menos, desavenencias en la cita. La sesión de clausura no fue trasmitida en vivo por la televisión local como en los seis congresos anteriores.
“Los delegados preguntaron sobre la aproximación con EEUU. Pero la televisión cubana censuró eso y hasta las palabras de Raúl cuando admitió la realidad de la existencia de contradicciones entre dos generaciones”, concluyó López Oliva.
Publicado el 4.20.2013 en Diario Las Américas
©Rui Ferreira 2016

miércoles, abril 13

Los escogidos que ayudan a Raúl Castro a salir del atolladero

Las personas que junto a Raúl Castro escucharon el discurso del presidente Obama en La Habana constituyen el brazo ejecutor de las reformas que el régimen intenta llevar adelante en el país.


RUI FERREIRA /Enviado especial
LA HABANA - Miguel Díaz Canel, Esteban Lazo Hernández, Bruno Rodríguez Parrilla y Rodrigo Malmierca integran la nueva pléyade del poder en Cuba. En el mismo orden en que están nombrados, el primer vicepresidente, el presidente de la Asamblea del Poder Popular (Parlamento), el Canciller y el ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, son los rostros que representan el momento político actual en la isla.
Todos ellos acompañaron al gobernante Raúl Castro durante la visita del presidente Barack Obama a la isla, el día que el visitante pronunciara su emblemático discurso en el teatro Alicia Alonso o Gran Teatro de La Habana.
Para algunos analistas resultó extremadamente revelador que mientras el mandatario estadounidense discursaba solo ante el auditorio, en el palco principal se encontrara Raúl Castro acompañado de sus principales colaboradores, donde además estaba su hijo Alejandro Castro Espín a quien ha encargado encabezar una corporación sin identidad legal, nombrada Comisión de Defensa y Seguridad Nacional.
Según la generalidad de los consultados, las personas que acompañaban a Castro ese día constituyen el brazo ejecutor de las reformas que el régimen de La Habana intenta llevar adelante en el país para, como ellos mismos y de manera oficial han reconocido, consolidar el sistema. De hecho, en términos políticos se habla de ‘perfeccionamiento’ y no de ‘reformas’, ni ‘evolución’ y, mucho menos, ‘transición'.
Todos ellos se encuentran involucrados de lleno en la totalidad de los aspectos de la ofensiva político económica emprendida por Castro de quien fuentes consultadas dicen “tiene en cuenta la opinión de sus más  cercanos colaboradores”.
Si el canciller Rodríguez, y en alguna medida, Castro Espín, aseguran la ofensiva fuera de las fronteras; el primero negociando con la Unión Europea y el segundo, moviendo los hilos aunque tras las sombras en las negociaciones con EEUU, el ministro Malmierca es quien ha diseñado y explicado los planes gubernamentales de atraer inversiones que provean el necesario balón de oxígeno para un sistema que requiere de una fuerte inyección de capital foráneo para salir del atolladero.
Es mucho lo que necesitan, se habla de un mínimo de 2.000 millones de dólares que deben ser conseguidos de preferencia en el próximo lustro.
García Mesa, el más veterano del grupo, es el hombre que asegura que los diputados cubanos, críticos internamente desde las últimas elecciones parlamentarias, den el respaldo necesario a los mecanismos legislativos que hacen falta para poder poner en marcha toda esta máquina. Aunque la ley de inversiones, reformada hace unos años, ha abierto algunas puertas, todavía faltan muchas herramientas que satisfagan a los potenciales inversionistas, principalmente estadounidenses que rondan constantemente el archipiélago en busca de respuestas, principalmente en términos de seguridad jurídica, un tema que todavía provoca temores teniendo en cuenta todo el proceso de nacionalizaciones realizadas por el Gobierno de los Castro al inicio de la revolución, las expropiaciones y confiscaciones de empresas extranjeras efectuadas en las últimos años.
De hecho, el régimen cubano ha merecido duras críticas por la falta de claridad de las leyes referidas al derecho a la propiedad y por lo poco esclarecedor que ha sido el Gobierno sobre este asunto.
Por otro lado, este grupo de ‘hombres de Raúl’, que incluye además al ministro de la Fuerzas Armadas, Leopoldo Cintra Frías, está llamado a tener un papel preponderante durante el séptimo congreso del gobernante partido comunista, que comienza el sábado, para explicar a los delegados qué se ha hecho y cuáles son las ideas que pretende implementar para rediseñar la sociedad, un tema bastante delicado porque, según lo consideran muchos analistas en la capital cubana, tiene bastantes adversarios dentro del propio régimen.
“Son personas que sienten que, tras décadas de un sistema inflexible, constituye una especie de ‘traición’ abrir ahora algunas fisuras que pudieran, desde esa óptica, agrietar la ‘obra de la revolución’. En todo esto hay muchos intereses afectados. Esta gente no está nada contenta. Por ellos todo seguirá igual”, dijo un profesor universitario.
Pero los ortodoxos del castrismo no son los únicos descontentos. A menos de una semana del inicio del congreso del partido comunista, la sociedad cubana vive un intenso e inédito debate popular por la incógnita que hay sobre los temas que serán debatidos allí. Se da por sentado que habrá un golpe de timón, quizá una importante sacudida del árbol, pero la población y muchos militantes del partido no tienen la más mínima idea de lo que se piensa discutir.
Hasta el momento, al contrario de años anteriores, la prensa no se ha referido en detalle a los documentos a debatir durante ese foro. Se supone que las discusiones internas comenzaron el 1 de marzo, pero después de ese anuncio la descripción de lo acaecido en esas reuniones es casi nula, más allá de anunciar su realización. Tanto que el portal oficial Cubadebate no les llama ‘asambleas’ sino ‘reuniones de consulta’.
“El verdadero debate está en la calle no en esas reuniones a puertas cerradas. La gente quiere saber qué se va a discutir. Por primera vez, en muchos pero muchos años, [los cubanos] se han interesado por un congreso del partido, quizá porque intuyen que el resultado de sus debates pueda ser definitorio para el futuro del país’, estima un académico cubano.
Publicado en Diario Las Americas el 4.13.2016
©Rui Ferreira 2016

sábado, abril 9

El poder en Cuba prepara un heredero, tras bastidores

Alejandro Castro Espín, hijo mayor del gobernante Raúl Castro, encabeza una estratégica organización identificada como Comisión de Seguridad Nacional en la que los mandos militares del Ministerio del Interior y las Fuerzas Armadas fueron unificados.



Alejandro Castro Espín
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Alejandro Castro Espín, junto a su padre, el dictador Raúl Castro, llevó la voz cantante en las negociaciones que se mantuvieron entre Cuba y EEUU. (ILUSTRACIÓN)














RUI FERREIRA
Enviado especial
@ruiefe
LA HABANA - En el momento en que Ben Rhodes y Ricardo Zúñiga se presentaron en las conversaciones secretas que Estados Unidos mantuvo con Cuba, para normalizar las relaciones el año 2014, delante de los dos hombres enviados por Barack Obama se encontraba uno solo que concentraba todos los poderes de los representantes de Washington: Alejandro Castro Espín.
Los tres hombres trabajan en el mismo ámbito, en las presidencias de sus respectivos países. Se dedican a asesorar a los mandatarios en materia de Seguridad Nacional. Pero Castro Espín nunca apareció vinculado a las negociaciones hasta que en diciembre pasado, en Panamá, se le vio sentado en tercer lugar en la disposición protocolaria durante la reunión desarrollada entre el presidente Obama y el gobernante Raúl Castro.
La ubicación de Castro Espín durante ese encuentro, situado frente a frente con Ben Rhodes, sugirió la sospecha de que el hijo mayor del mandatario cubano era mucho más importante en todo el proceso de lo que inicialmente habían creído.
La confirmación se produjo durante la reciente visita de Obama a la isla. DIARIO LAS AMÉRICAS lo consultó con tres fuentes, dos gubernamentales y un periodista conocedor de algunas interioridades del proceso. Según las fuentes, efectivamente Castro Espín, junto a su padre, llevó la voz cantante en las negociaciones que se mantuvieron totalmente al margen de los mecanismos diplomáticos tradicionales de ambos países, y se descubrió que el primogénito del mandatario de la isla encabeza o preside una hasta ahora poco conocida ‘Comisión de Seguridad Nacional’.
Pero Castro Espín tiene realmente muchos más poderes e influencias que Rhodes o Zúñiga, ya que siendo coronel del Ministerio del Interior (MININT) coordina la contrainteligencia tanto del MININT como de las Fuerzas Armadas, unificación de mando que comenzó hace unos 15 años, a partir de informes ofrecidos por fuentes consultadas.
Muchos lo miran como un verdadero poder detrás “del trono” y otros, como un intento de promoverlo como eventual sucesor de su padre. Pero lo cierto es que tras conversar con al menos 10 personas en La Habana, no ha surgido ningún indicio de que así sea. Sino que Castro Espín es un muy importante auxiliar de su padre que deposita en él entera confianza.
Es además, autor de un libro sobre Estados Unidos, (‘El precio del Poder’) bastante crítico de la política de Washington hacia su país, pero también un hombre que ‘sabe escuchar’ y ‘no le tema a las diferencias’, en opinión de una fuente diplomática entrevistada. “No creo que Alejandro vaya a suceder a su padre. Nosotros no funcionamos en términos de dinastías, no tiene que ver con los cubanos y el Gobierno lo sabe. No somos Corea del Norte. El Gobierno parece más interesado en garantizar la continuidad de la revolución que en el hombre que realmente le suceda”, explicó un periodista cubano que pidió no ser identificado. El actual sucesor nombrado de Castro es Miguel Díaz Canel, el vicepresidente primero del país, que pudiera asumir la primera magistratura el año 2018 cuando se diera una profunda modelación en los cuadros políticos, como adelantó hace unos años el propio mandatario cubano, al anunciar su disposición a no buscar una consecución en el puesto.
Castro Espín, de 49 años, es hijo de Raúl Castro y Vilma Espín, fallecida, que fundó la Federación de Mujeres Cubanas y fue combatiente del movimiento insurreccional en la Sierra Maestra, considerada heroína de la revolución cubana.
En su desempeño militar estuvo involucrado en la guerra de Angola, un conflicto bélico que duró 16 años (1975-1991) al que el régimen de La Habana envió a sus militares jóvenes y reclutas del servicio militar obligatorio y donde murieron 2.700 cubanos. En esa guerra Castro Espín sufrió un accidente que le llevó a la pérdida de un ojo, y según fuentes habaneras siempre estuvo muy próximo a su padre aunque era el hijo preferido de la madre. Sus hermanas, Mariela y Deborah no tienen puestos de destaque, aunque la primera se encuentra al frente de una ‘revolución sexual’ en la isla al abogar públicamente por los derechos de los homosexuales desde sus oficinas en el Centro Nacional de Educación Sexual.
Cuando en mayo pasado, el mandatario cubano visitó al papa Francisco en el Vaticano, su hijo Alejandro estaba al lado. El 17 de diciembre del 2014, le tocó a Castro Espín recibir en el aeropuerto de La Habana a tres cubanos liberados, que fueron condenados en EEUU bajo cargos de espionaje y formaban parte de la desintegrada red Avispa. 
Pero fue en la Cumbre de las Américas de Panamá, en junio, cuando su figura se tornó más relevante a los ojos de los observadores. Él nunca se separó de su padre durante el primer apretón de manos entre Castro y Obama, en presencia de muchos dignatarios de la región, y más tarde en la reunión a solas, se sentó inmediatamente al lado del ministro de Exteriores, Bruno Rodríguez, frente al asesor nacional de Seguridad estadounidense, Ben Rhodes, a todas luces, su homólogo.
Versión original de una nota publicada en Diario Las Américas el 4.09.2016
©Rui Ferreira 2016

sábado, marzo 26

Obama deja esperanza entre los negros cubanos

RUI FERREIRA
Enviado especial
@ruiefe
LA HABANA - Cuatro días después de la visita de Barack Obama, su paso por la capital cubana todavía sigue dando de qué hablar. El presidente de EEUU despertó esperanza en la población de raza negra y los mestizos de sociedad cubana.
Si bien la gira ha servido para sacar a flote, de una manera inusual y bastante agresiva, las diferencias dentro del estamento gubernamental, por otro ha escarbado en el orgullo de los negros cubanos que miran todo esto como una pequeña victoria hace mucho anhelada.
“El pueblo cubano es profundamente negro y admira a los negros que triunfan”, explica el analista y periodista Ariel Larramendi, quien junto a varios amigos aprovechó estos días en improvisadas tertulias, para dar rienda suelta a su satisfacción.
Un grupo de personas juega dominó en una calle en La Habana. (EFE)
Desde que llegó a la Casa Blanca en enero del 2009, Obama siempre fue bien visto entre la población de la isla por su facilidad en comunicarse con las masas, carisma, pero, sobre todo, por el hecho de que fue el primer afroamericano en llegar a la presidencia de EEUU. Aunque en ese entonces fue recibido con cautela por el Gobierno, como era de esperarse dado el violento historial de hostilidad bilateral, a nivel popular fue visto como una especie de luz al final del túnel.
Desde entonces, su carrera política fue seguida con suma atención y en la población fue visto como la solución a los problemas, como no dejan de enfatizar muchos analistas. “La gente no sabía cómo pero siempre lo han visto [a Obama] como alguien que los puede ayudar. Esta visita ha llenado esas expectativas, ha escarbado mucho más en ese sentimiento, por eso las dos o tres manifestaciones espontáneas que se han visto en estos días, algo absolutamente inédito en Cuba”, explica Larramendi.
Para la población negra cubana esta percepción es más intensa porque desde hace décadas se sienten abandonados por una diáspora profundamente blanca, y que desde los albores de la crisis económica de la década de los 90 del siglo pasado, no tuvieran grandes posibilidades de capear el temporal. “Si no tengo familia afuera, ¿qué hago? ¡Nada! No tengo nada de eso. Aquí la mayoría de nosotros [los negros] no tiene familia fuera del país que nos pueda ayudar, estamos jodidos. ¡Jodidos!”, se desahogaba en diciembre pasado Antonio, sentado en el portal de su casa en el popular barrio de Centro Habana, uno de los más deteriorados de la ciudad.
La vista de Obama, explica Larramendi, tiene la virtud de haber cambiado en la percepción popular la imagen antológica de los estadounidenses en la isla. “Durante muchos años los americanos venían acá y eran los mandamás. A los cubanos que no nos digan que nos van a  aplastar porque saltamos”, explica. Y la presencia del mandatario estadounidense no fue vista de ningún modo como una forma de aplastar el sentimiento popular y la dignidad del país que, por estos días, mucha de la prensa oficial ha insistido en destacar.
“El tipo nos dijo todo lo que quiso y fue leal. Hay diferencias pero él las supo exponer. La gente lo entendió, le gustó. Habló claro. Hasta Raúl (Castro) lo aplaudió. En mi cuadra todo el mundo vio el discurso”, dijo Julio, otro de los tertulianos.
Como también se concentraron en las calles para verlo pasar y la enorme caravana que lo acompañó. “A la gente le gustó mucho que viniera con la familia. Con la mujer, las hijas y la suegra, con todo lo que nosotros odiamos a las suegras”, se ríe Larramendi. “Ah, enfatiza, y la mujer estaba muy buena”.
Pero piropos aparte, el periplo también ha sido visto como una forma de enterrar el hacha de la guerra. “La gente quiere descansar de esta lucha. Lo bueno de Obama es que parece que ha terminado el enfrentamiento sin subordinación. De otro modo no había arreglo. De ninguna manera. Frente a frente, como iguales y con respeto”, enfatizó el periodista cubano.
Para los negros cubanos, han afianzado varias fuentes, a partir de ahora se les pueden abrir muchas puertas, al menos esa es la esperanza. La apertura mutua tiene todas las posibilidades de mejorar la calidad de vida de ese estamento de la sociedad cubana. Se espera que las inversiones de Estados Unidos, aún por reglamentar por la parte de Washington porque existe por medio un embargo económico, puedan traer un aumento en las fuentes de empleo, sea en la construcción, servicios o unidades fabriles. También una mayor posibilidad de viajar al exterior, con Estados Unidos como el objetivo principal, y contribuir a la economía familiar con las remesas. “Hay esperanza pero sobre todo, un respiro. Ojalá no nos defraude, porque nunca nadie se imaginó un negro en la Casa Blanca y mucho menos viajando acá”, precisó Julio.
Publicado en Diário Ls Américas el 3.26.2016
©Rui Ferreira 2016

jueves, marzo 24

El cartel de bienvenida, creo que el único en la ciudad


Prensa oficial cubana critica el discurso de Obama en la isla


Aunque el discurso de Obama a los cubanos fue trasmitido íntegramente por la televisión local, los medios oficialistas Granma y Juventud Rebelde publicaron versiones diferentes de las palabras presidenciales
RUI FERREIRA
Enviado especial
@ruiefe
LA HABANA - Si bien el discurso del presidente Barack Obama el martes al pueblo cubano fue bien recibido a nivel popular, incluso hubo dos cortas manifestaciones espontáneas de apoyo en la ciudad horas después, la prensa oficial ha sido muy dura con las palabras presidenciales, sus conceptos políticos y el alcance real de su mensaje. Como si no se quisiera que la nueva dinámica bilateral diera resultado.
Las criticas giraron alrededor de tres puntos básicos: que no hay borrón y cuenta nueva, Estados Unidos debe pedir disculpas por su pasado, y que al querer llegar a la incipiente iniciativa privada, Obama estaría intentando dividir al pueblo cubano. Las criticas adquieren cierta notoriedad porque el discurso fue aplaudido 32 veces y muchos de los aplausos fueron secundados por el presidente Raúl Castro.
Desde el inicio, las críticas se plantearon en términos ideológicos. “Varias veces, sin embargo acudió al ‘storytelling’, que el escritor Christian Salmon define como la ‘máquina de fabricar historias y formatear las mentes’, para -desde relatos personales tratados con intencionalidad política- presentar a la revolución cubana como algo del pasado. Así nos contó verdades incontrastables: que su padre arribó a EEUU en 1959 y que él nació en el mismo año de la invasión de la CIA derrotada en Playa Girón, para encubrir que hechos como el secuestro del niño Elián González y la injusta prisión de los cinco antiterroristas cubanos corresponden al siglo XXI y fueron vividos por las más jóvenes generaciones de esta isla”, escribió el diario Juventud Rebelde, en un comentario titulado: ‘¿Obama en el Gran Teatro o el gran teatro de Obama en La Habana?’.
No se quedó por ahí. “Algunos pares opuestos fueron insistentemente utilizados durante el discurso (jóvenes-historia, Estado-individuo, Gobierno-pueblo, pasado-futuro), en una estrategia divisiva dirigida al interior de la sociedad cubana en la que el ‘storytelling’ retornó apoyado en ‘emprendedores’ emigrados exitosos, cuyo ejemplo nuestro invitado cree debemos y podemos seguir a partir del ‘cambio’ que él ya no nos impone, sino que nos sugiere desde nuestros propios compatriotas que han aprovechado las ‘oportunidades’ que el capitalismo estadounidense ofrece y lo que le contaron algunos de los que se dirigieron a él cuando un día antes asumió el rol de Papá Noel en una cervecera de La Habana”, enfatiza el comentario, refiriéndose a la pretensión de Estados Unidos de colaborar en el desarrollo de la economía no estatal cubana, uno de los pilares del deshilo del lado estadounidense.
Y matiza: “Estimular la iniciativa privada en Cuba, cuando como profesor de Harvard sabe que la mayor verdad contenida en el manifiesto comunista es que ella está abolida en la práctica para nueve décimas partes de la humanidad, no es precisamente un acto de honestidad”.
El comentario critica al mandatario por no haberse referido a las víctimas cubanas de los actos de guerra patrocinados por Washington durante décadas ni tampoco haber manifestado su intención de llevar a los tribunales a los supuestos responsables. Pero el diario Granma, en este terreno, fue más lejos en otro comentario, al abordar la aproximación entre los dos países.
“‘¿Por qué ahora?’, pregunta Obama, y se responde con naturalidad: ‘Lo que estaba haciendo Estados Unidos no funcionaba’. Pero, ¿no funcionaba?, ¿no sería mejor decir que era inmoral?, ¿qué causaba sufrimientos, e incluso muertes? ‘El embargo hería a los cubanos en vez de ayudarlos’ (otra cita de Obama). Nos hería en nuestros sentimientos de pueblo digno, sí, pero también afectaba nuestras vidas. El bloqueo es criminal. ¿No debía acaso pedir perdón, en nombre del Estado que representa, a todos los cubanos?”, se pregunta Granma.
Este concepto fue desarrollado por el diario oficial cubano en un par de entrevistas anexas donde al menos uno de los consultados habla de la necesidad de que Estados Unidos pida disculpa por el enfrentamiento de más de 56 años. Precisamente el año pasado a raíz del inicio del deshielo, Obama dijo públicamente que no se sentía responsable por un conflicto que comenzó antes de que naciera, una noción que volvió a repetir ahora en la capital cubana.
El comentario también resta importancia al ofrecimiento del mandatario de hacer las paces. “¿Cuál es la rama de olivo?, ¿dónde está la rosa blanca (una mención a un poema del héroe independentista José Martí con que el presidente inició el discurso)? Obama ha abierto un camino que se inicia con el restablecimiento de relaciones, y que pasa por muchas disposiciones ejecutivas antes de que el Congreso se disponga a cancelar las leyes del bloqueo. En ese camino, todavía puede hacer mucho más”, enfatiza el comentario, al parecer ajeno a las últimas decisiones ejecutivas, previas al viaje, que prácticamente liberaron los viajes, las inversiones y el uso del dólar, con lo cual Cuba tendría un acceso mucho más amplio al mercado mundial.
Aunque el discurso de Obama a los cubanos fue trasmitido íntegramente por la televisión local, tanto Granma como Juventud Rebelde publicaron versiones diferentes de las palabras presidenciales donde lo que más se destaca es la omisión a las referencias y elogios que el mandatario hizo al exilio cubano y que, al menos en una ocasión, fue aplaudido por ello.
Pero Granma lo explicó: “El modelo de sociedad al que aspiramos, no es la corrupta Miami, como propone Obama con insólita candidez”.
Publicado en Diario Las Américas 3.24.2016
©Rui Ferreira 2016

miércoles, marzo 23

Obama a Castro: “No le tema a EEUU ni a las voces del pueblo”

En un momento climático del discurso, Obama afirmó: “Creo que los ciudadanos deben tener la libertad de expresar sus opiniones sin miedo, de organizarse, criticar al Gobierno y protestar pacíficamente en un Estado de derecho"



El presidente Barack Obama abogó por no tener miedo al cambio. (EFE)
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El presidente Barack Obama abogó por no tener miedo al cambio. (EFE)













RUI FERREIRA
Enviado Especial
LA HABANA - Barack Obama dijo al pueblo cubano, delante del gobernante Raúl Castro y la plana mayor de su Gobierno, que Estados Unidos y Cuba están destinados inexorablemente a entenderse y a trabajar en conjunto por un cambio más profundo en la isla.
Y en ese cambio deben participar los cubanos de las dos orillas del Estrecho de Florida, sin quienes una reconciliación nacional es imposible. “Los hijos y nietos de la revolución, los hijos y nietos del exilio son fundamentales en la reconciliación”, sentenció el mandatario en un discurso al país pronunciado en el Gran Teatro de La Habana.
No es común que un presidente de Estados Unidos se refiera al proceso político cubano como “revolución”, pero Obama mencionó la palabra varias veces durante su alocución, arrancando frenéticos aplausos de la audiencia.
“A pesar de adversarios, nuestros pueblos tienen mucho en común. Nos unen el patriotismo, el orgullo, un fuerte compromiso con la educación”, explicó Obama, al abogar por el acceso irrestricto de los cubanos a la internet como puerta de entrada hacia el mundo moderno, actual y desarrollado.
"Usted no necesita temer una amenaza de Estados Unidos", le dijo Obama al gobernante cubano y acto seguido añadió que tampoco debía "temer a las voces diferentes del pueblo y a sus posibilidades de reunirse, de hablar, de votar".
En un momento climático del discurso, Obama afirmó: “Déjenme decirles lo que pienso honestamente. Puede que no estén de acuerdo conmigo y no puedo forzarlos a estar de acuerdo conmigo. Yo creo que cada individuo debe tener los mismos derechos ante la ley. Cada niño debe tener la dignidad que viene con la salud, la educación, un plato de comida sobre la mesa y una vivienda”.
Y continuó: “Creo que los ciudadanos deben tener la libertad de expresar sus opiniones sin miedo, de organizarse, criticar al Gobierno y protestar pacíficamente en un Estado de derecho donde no deben existir las detenciones arbitrarias. Creo que cada persona debe tener la libertad de practicar su religión pacíficamente y de forma pública. También creo que los votantes deben elegir a sus gobernantes en elecciones libres y democráticas”.
“Esos derechos humanos son universales”, subrayó.
“Vine aquí para enterrar los últimos vestigios de la Guerra Fría, nuestros dos pueblos son hermanos”, dijo Obama, quien recordó sus llamados al levantamiento del embargo que “hiere a los cubanos”.
Es más, subrayó, el fin del embargo “es un paso para los que quieren invertir y trabajar en Cuba”.
Y también mencionó que si el embargo se suspende, hay muchas cosas que debe hacer el pueblo de Cuba para cambiar y mejorar su nación.
El mandatario, aprovechó la oportunidad para explicar a la audiencia el diseño básico de la sociedad estadounidense y de cómo su estructura ha traído el desarrollo. “Somos una sociedad multifacética, abierta, donde existe el estado de derecho del individuo”, que puede ser un ejemplo para Cuba en materia de “derechos individuales”.
“Quiero decir que, estando en mi casa, puedo decir que no voy a resolver todos los problemas del mundo, pero si resuelvo los que existen en mi pequeño territorio afecto todo lo que me rodea”, enfatizó el presidente, quien se presentó solo en un escenario sobrio, donde se destacaban las enseñas de los dos países y el símbolo presidencial en el podio.
Es por ello, subrayó Obama, que el proceso de normalización de relaciones entre los dos países tendría una consecuencia directa en los cambios. El mandatario no lo dijo específicamente, pero a juzgar por sus palabras y la reacción de Raúl Castro, parece que los dos hombres han logrado establecer una relación de proximidad y comprensión, como suele decir el lenguaje oficial cubano. “No tenemos que tener miedo a los cambios”, sentenció Obama.
“Nuestro secreto no está en copiar sino en innovar”, indicó el mandatario, admitiendo las diferencias entre las dos sociedades y destacando que no es un problema para los intercambios. “La economía sostenible del siglo XXI pasa por el intercambio de ideas. Sé que son temas sensibles [en Cuba] viniendo de un presidente de Estados Unidos”, subrayó.
Para Obama, su país, “no tiene la capacidad de imponer cambios en Cuba, [porque] el cambio tiene que venir de dentro del pueblo” teniendo en cuenta que “la libertad es la capacidad interior de las personas”.
“Las libertades generaron el cambio en EEUU y la democracia es la forma de resolver los problemas. ¿Quién les diría que tenemos unas elecciones a las cuales se han presentado una mujer y un socialista demócrata? Eso les da una idea de nuestra democracia”, puntualizó el mandatario.
Obama explicó a la audiencia algunas interioridades del exilio cubano, un estamento que definió como hijo del dolor y la tragedia. Aun así, son personas que “aman a Cuba y que genuinamente siguen considerando que este es su verdadero país. Para ellos no se trata de política sino de familia. Por ello son importantes el regreso y la reconciliación. Reconozco el talento de los cubanos en Estados Unidos”.
Luego añadió: “Todo esto toma tiempo, la reconciliación pasa por varias etapas”, que pasan por “escuchar” y “si se logra eso habrá más posibilidades. Llegó el momento de la reconciliación, del futuro conjunto y, como amigos, como familia. Sí se puede hacer muchas cosas”, agregó esas últimas palabras en español.
En los primeros instantes, tras el discurso, que fue transmitido por la televisión nacional en Cuba, la reacción fue inmediata, en un país donde todo el mundo con quien se habla admite que el mandatario es muy popular.
El viaje de Obama coincide con los preparativos del próximo congreso del Partido Comunista, el único oficialmente reconocido y en el poder, y es de esperar que sus palabras tengan una influencia en el cónclave.
“Esto, visto en las vísperas del congreso del partido es de gran importancia, va a influir enormemente”, aseguró el profesor universitario Enrique López Oliva.
Las palabras presidenciales, amén de representar un espaldarazo a cualquier intento de apertura cubana, coinciden con la aparente intención de Raúl Castro de darle paso a nuevas generaciones en los próximos años, por lo cual una reconciliación con Estados Unidos sería el paso previo, esencial, en lograr afianzar a la nueva ola dirigente en el poder.
“Creo que Obama entendió muy bien que el futuro de nuestro país, aunque no es dictado por Estados Unidos, pasa por una política de buena vecindad. Más que eso, por una colaboración que no tiene ya marcha atrás. Nadie lo diría hace unos años pero se ha hecho”, aseguró un periodista cubano.
Si Estados Unidos logra tener una mayor influencia en la isla, está por verse, pero lo cierto es que la popularidad de Obama se ha visto afianzada con este discurso, cuya filosofía más sólida ha sido un llamado al cambio generacional, algo que Raúl Castro ha repetido en los últimos años. Para sorpresa de muchos, el gobernante cubano aplaudió entusiasmado a su colega de Washington.
El recorrido de Kerry
Por su parte, el secretario de Estado John Kerry decidió visitar  el Capitolio nacional, ubicado en el corazón de La Habana y tras su visita decidió irse a pie desde el edificio hacia el cercano Parque Central, lo que desató que un grupo de unos cientos de personas le siguieran a gritos de “Obama, Obama, Kerry, Kerry”.
Publicado el 3.23.2016 en Diario Las Americas
© Rui Ferreira 2016